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BALTASAR GIL DE EGEA | PSICÓLOGO INDUSTRIAL, especialista en seguridad y riesgos

"Hay que tener cuidado cuando hablamos de fallos humanos en un accidente"

"Las personas pasan muchas horas en el entorno laboral y separar esa faceta del resto de la vida es muy difícil; se produce una simbiosis"

"Hay que tener cuidado cuando hablamos de fallos humanos en un accidente"

Baltasar Gil de Egea, avilesino de nacimiento y ovetense de adopción, es psicólogo industrial, especialista en la investigación de accidentes debidos a fallos humanos. Gil de Egea dirige en Oviedo el Instituto ESM (Instituto de Investigación en Seguridad y Factores Humanos) y junto a sus socios colabora en proyectos que se desarrollan por todo el mundo. Ha publicado un libro sobre la investigación de accidentes ferroviarios debidos a fallos humanos.

La carrera de psicología y el descubrimiento de una vocación. "Llegué a Oviedo para estudiar la carrera de Psicología en la Universidad y ya me quedé para siempre. Enseguida me di cuenta de que el enfoque de los estudios iba muy dirigido hacia la práctica clínica y a mí me interesaba más la psicología industrial. Me fui a Madrid para terminar los estudios y me especialicé en psicología del análisis del comportamiento humano en el entorno del trabajo.

A eso me he dedicado básicamente desde entonces. El ser humano pasa muchas horas en el entorno laboral. Separar eso del resto de las facetas de la vida es muy difícil. Pienso que se da una especie de simbiosis que nos afecta, lo queramos o no".

En torno al riesgo y la culpabilidad. "En Madrid descubrí el mundo del riesgo. Empecé a investigar en esa materia. Sobre todo me interesaba conocer lo que pasa en entornos considerados de alto riesgo: centrales nucleares, aviones o barcos, donde los aciertos o errores juegan un papel clave. Curiosamente fue en Madrid donde empezó la vinculación con Oviedo. Corría el final de la década de los ochenta y casi todos los meses se producían accidentes mineros de gravedad, era un tema muy duro. Las empresas mineras tenían entonces un enfoque muy tradicional de la seguridad. En muchas ocasiones los accidentes se achacaban a la mala racha e incluso a la predisposición de las personas a accidentarse, por asumir más riesgos que los otros. Esas tesis ya no son admisibles en el mundo de la seguridad y la prevención de riesgos laborales, pero para llegar hasta el momento actual hemos tenido que recorrer un largo camino y romper muchos estereotipos que estaban fijados en las empresas y en la sociedad".

El primer proyecto en Hunosa. "Cuando aún estaba en Madrid la empresa Hunosa me ofreció un proyecto de investigación para trabajar en Asturias. Luego vinieron muchos cambios. España se sometía a las normas europeas y se empezó a contemplar la reducción de la producción de carbón. El SOMA me nombró representante de los trabajadores en la CECA, en Bruselas y Luxemburgo. Desarrollamos un trabajo intenso y conseguimos, entre otras cosas, que se aprobase un documento en el cual se decía a las industrias que el trabajador no era la causa de los accidentes, era la víctima. Fue un hito importante ya que en aquellos momentos ese no era el pensamiento predominante".

Trabajos e investigaciones sobre accidentes relevantes. "Empecé a trabajar con aviones y barcos y a la vez a investigar el comportamiento de personas en situaciones de riesgo. Hemos participado en las investigaciones de accidentes como el de Spanair en Madrid, el del crucero Costa Concordia; el de la curva de Angrois o el del Metro de Valencia. Puedo asegurar que en todos los casos se trata de situaciones muy difíciles. Hay que tener mucho cuidado cuando hablamos de fallos humanos. Nuestras investigaciones siempre determinan que el error humano viene dado por factores determinados por el contexto en el que trabajas".

Oviedo ganó la partida a Madrid. "En un momento dado creamos un instituto de investigación y se planteó una difícil elección. Lo lógico hubiera sido irnos a Madrid, pero decidimos quedarnos. De esto va a hacer 30 años y al menos yo, nunca me he arrepentido. Seguimos trabajando con el eslabón humano siempre muy presente. Lo primero que sale a relucir en los medios y en todas partes es el concepto de culpabilidad. Hay que ser muy prudentes con esas cuestiones. Vivimos una etapa muy buena con mucho apoyo de la Administración. Ahora ya no contamos con apoyo financiero español pero seguimos trabajando con partners europeos".

Las nuevas tecnologías, una fuente de ayuda. "Las tecnologías son fundamentales para apoyar nuestro trabajo, basta pensar en un coche. Basta pensar en la utilidad que tienen desde un airbag hasta las cámaras que ayudan a prevenir accidentes. En cualquier caso, pienso que tenemos una percepción del riesgo equivocada. Por ejemplo, ir en un avión es muy seguro, las estadísticas lo dicen. Hay un fallo aéreo por cada millón de operaciones. En el caso de la aviación existen normas internacionales muy claras que todos los países tienen que cumplir. Actualmente estamos trabajando en un nuevo proyecto basado en cómo integrar el factor humano dentro de los sistemas de seguridad.

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