Una madrugada de lágrimas
Los Estudiantes no pudieron procesionar la noche del Jueves Santo, pero sí hubo saetas y "levantá", dedicada al pequeño Gabriel Cruz

Una dama de mantilla llora tras conocerse la decisión de suspender la salida del paso; debajo, niños participantes en el acto. / IRMA COLLÍN
"Con todo el dolor de nuestro corazón suspendemos la salida, pero las cosas son como son y hay que aceptarlas. Lo sentimos mucho". Con estas palabras de Andrés Llavona, teniente hermano mayor de la Hermandad de los Estudiantes de Oviedo, se suspendía la esperada "madrugá", la estación de penitencia en la que 40 costaleros recorren durante cinco horas las calles del casco histórico de Oviedo con el paso de Jesús de la Sentencia.
La desolación cundió entonces en la capilla de la Universidad de Oviedo, donde los miembros de la hermandad esperaban el veredicto del cabildo de aguas. Faltaban tres minutos para la una de la madrugada y la procesión ya se había retrasado 45 minutos por las malas previsiones meteorológicas. Además, tal vez sea la última vez que el paso de los Estudiantes sale de la capilla de la Universidad. Uno de los rumores más insistentes de la noche era la celebración de un claustro universitario el próximo día 13 en el que se ha fijado como uno de los puntos del orden del día la revisión del convenio entre la cofradía y la institución académica. No era buena noche para los estudiantes.

Una madrugada de lágrimas
La Hermandad de los Estudiantes llevaba días consultando la previsión del tiempo para la noche del Jueves Santo y debido a las malas condiciones habían preparado una serie de actos que se realizaron en el interior de la Universidad. Los fieles que esperaban en la calle San Francisco vieron cómo se abría la puerta del caserón universitario, pero no para que se iniciase el recorrido. Los costaleros tomaron posiciones bajo el paso. Cada uno de ello cargaba alrededor de 50 kilos sobre la séptima vértebra de su espalda. Como atención al público que se había congregado hicieron una "revirá", es decir, giraron el paso prácticamente sin moverse del sitio 180 grados. Ese movimiento, dirigido por Iván Zapico, el capataz de la hermandad, comenzó con el momento más emotivo de la noche, la "levantá", cuando los costaleros elevan el paso. "Esta levantá se la vamos a dedicar a ese angelito que está en el cielo y se llama Gabriel. Al cielo por los querubines que están en el cielo y no tendrían que estar allí", dijo Zapico. Cientos de personas emocionadas comenzaron a aplaudir mientras el Señor de la Sentencia comenzaba a moverse muy lentamente al ritmo de la música de la agrupación San Salvador.
La maniobra se prolongó durante doce minutos. El paso quedó entonces mirando hacia el interior de la Universidad. En ese momento la tuna de la entidad académica, hermana de honor de Los Estudiantes, cantó el himno universitario, "Gaudeamus igitur", como hace siempre al inicio de la "madrugá" ovetense. Los tunos siguieron con "La saeta" de Machado.

Una madrugada de lágrimas
Y las saetas continuaron en el patio de la Universidad cuando era la una y media de la madrugada. La cantante de tonada Josefina Argüelles entonó a continuación otra saeta, con tintes de música tradicional asturiana, compuesta por ella misma. Tras la ofrenda musical de Argüelles sonó de nuevo "La saeta" de Machado, en esta ocasión interpretada por una de las componentes de la Cofradía del Rocío de Gijón.
José Manuel Fernández Rodríguez leyó entonces la sentencia que condenó a Cristo. Algo que habitualmente hace en la plaza del Ayuntamiento y que la madrugada del viernes se trasladó al interior del patio de la Universidad.

Una madrugada de lágrimas
Fueron cumpliendo así los Estudiantes con todo lo previsto aunque con cambio de escenario. Los actos se prolongaron hasta más allá de las dos de la madrugada. Los costaleros volvieron a ponerse en sus puestos e hicieron otra "revirá" para que el paso quedase mirando hacia la calle San Francisco, preparado ya para el traslado el próximo domingo a la iglesia de la hermandad, la parroquia de San Francisco Javier de la Tenderina. El párroco de la Tenderina, Alberto Reigada, fue el encargado de poner el punto final a los actos de la noche más allá de las dos de la madrugada. Una bendición en la capilla de la Universidad acabó con una noche de emoción y amargura. El Señor de la Sentencia no recorrió las calles de Oviedo pero los cofrades sí recibieron el cariño y el apoyo de cientos de personas que asistieron a los actos celebrados bajo techo ante el temor de que la lluvia dañase el paso.
Los Estudiantes piensan ya en la "madrugá" de Jueves Santo de 2019.

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