Los vecinos han trabajado mucho en recuperar la ermita de San Martín de Vega, en Cabañaquinta, concejo de Aller. Un pequeño templo con mucho valor para los habitantes de la zona. Han reparado la techumbre y cambiado el tejado y han restaurado el retablo. Pero les faltaba algo, y esa pieza llegará en las próximas semanas desde Oviedo. El artista ovetense Kiko Urrusti ha vuelto a la tradición familiar del arte sacro y está construyendo una enorme lámpara que servirá para iluminar el templo allerano.

El encargo llegó directamente desde el Vaticano. El padre Fidel, allerano de nacimiento y que en la actualidad trabaja en Roma, se puso en contacto con el artesano ovetense.

El taller de Urrusti se sitúa casualmente en los bajos de otra iglesia, en la trasera de la basílica de San Juan el Real de Oviedo. Allí trabaja estos días Urrusti, heredero de una saga de herreros que comenzó su abuelo, con el que, dice el artista, "hacíamos muchos trabajos para iglesias". De ese taller salió una de las lámparas de San Juan y otra para una iglesia del concejo de Valdés, entre otras muchas piezas para templos y cofradías de Semana Santa de Asturias.

La lámpara que está construyendo tiene una estructura en forma de octógono de 1,5 metros de diámetro. Cuando esté terminada pesará "unos 70 u 80 kilos". Es un trabajo completamente artesanal que requiere pericia y esfuerzo. En la parte exterior la lámpara llevará una leyenda en latín, "Ego sum Lux Mundi", una frase de Jesús recogida en la Biblia que se traduce como "Yo soy la Luz del Mundo".

Cada letra está hecha con piezas de hierro de 14 milímetros. "Es lo que requiere más esfuerzo", reconoce Urrusti mientras echa mano a su hombro derecho con gesto de dolor por el esfuerzo que ha supuesto doblar a mano el hierro para hacer cada una de las letras. Si la fabricación de las letras es lo que más esfuerzo físico supone, lo más difícil "es imaginar la lámpara".

En esa imagen que el artista se ha hecho en su mente, las letras bordearán la estructura principal en la que también habrá otros cuatro elementos, cuatro motivos religiosos como los que adornan el portón del taller de Urrusti.

La lámpara la completarán ocho puntos de luz, uno en cada ángulo del octógono, una especie de palmatorias también hechas a mano. Todo será artesanal.

La pieza colgará del techo de la ermita de San Martín de Vega con cuatro cadenas y será, además de un elemento que dará servicio al templo, una de las piezas clave de la decoración.

Urrusti ha trabajado durante horas para tener a punto una pieza que le hace especial ilusión por la belleza de la ermita en la que se colocará y por volver al arte sacro, un trabajo que tenía abandonado últimamente.