"Vicente el del Nalón fue un hombre bueno, honesto y trabajador que estaba siempre dispuesto a servir a los demás. Por eso Oviedo y la hostelería perdieron a un referente. A sus hijos les aconsejo que sigan sus pasos, porque dejaron huella". Fueron algunas de las palabras que pronunció el párroco de la basílica de San Juan el Real, Francisco Javier Suárez, durante el multitudinario funeral de ayer por la tarde, en el que la esposa de Vicente Lorenzo García, Esmeralda González, y sus hijos, Viti, Ana, Alberto y María, recibieron el cariño de todos los asistentes a la hora de la despedida de su esposo y padre. Con su mejor regentó durante medio siglo el bar Nalón. Desde alli hicieron famosa la merluza a la sidra.

Entre ellos estaba Pepe Suárez, el de El Tizón, y también Eutimio Busta, de Casa Eutimio, de Lastres. No sabían qué decirse a la sombra de la basílica, minutos antes de que comenzara el funeral. Despedían a un amigo y también a un pionero, como ellos, del asociacionismo hostelero asturiano, nada menos que a Vicente Lorenzo, del bar Nalón. "¿Quién nos lo iba a decir?", se preguntaban sin encontrar respuesta.

Ahora, del primer equipo titular de la Asociación Empresarial de Hostelería de Asturias, sólo quedan como hosteleros los dos primeros, Pepe y Eutimio. Entonces presidía el colectivo el incansable Rafael Secades.

¿Qué decir de Vicente? Se miraban, se encogían de hombros y sólo acertaban a pronunciar unas pocas palabras en las que dibujaban el extraordinario perfil del compañero fallecido: "Bueno, honrado, trabajador y amante de su familia. ¿Qué más se puede pedir?". Éste fue el perfil que acertaron a esbozar a trazos tan rápidos como improvisados en medio de la emoción tanto Pepe como Eutimio.

Pepe el de El Tizón, al que no se le escapa casi nada, recordó acertadamente que el Nalón no sólo era famoso por su merluza a la sidra. "La sopa de pescado de Esmeralda hasta ahora no se pudo igualar en Oviedo". Todos los presentes asintieron.

Y junto a ellos, Amada Pico, la presidenta del Club de Guisanderas de Asturias, colectivo al que pertenece por derecho propio Esmeralda González, la mujer de Vicente. "La acompañaba a todas las reuniones que teníamos; era un encanto, siempre tan atento y educado. Nuestras reuniones ya no serán lo mismo. Al salir ya no estará Vicente".

Después Amada Pico comentó que "Vicente podía haber sido el guisandero ideal". Y lo hizo con tristeza y nostalgia. Sencillamente no se les ocurrió en su debido momento, son cosas que pasan, pero que ahora la guisandera lo lamenta de verdad.

Muy cerca de ellos estaba el empresario comercializador del sector pesquero José Castro, con Pescados Basilio como una de sus señas de identidad, que acudió también puntual a despedir a Vicente Lorenzo, del que sobre todo guarda el recuerdo de su bonhomía.

En la última fila de la basílica se encontraba Antonio Masip, exalcalde de Oviedo. Se le veía triste. "Fui de los primeros en descubrir el bar Nalón, en la calle Fray Ceferino, y por lo tanto en tratar a Vicente y a Esmeralda. Esta muerte, muy sentida, me afecta particularmente". Corría entonces el año 1963.

Después del funeral de cuerpo presente, Vicente Lorenzo recibió cristiana sepultura en el cementerio de El Salvador. Tenía 87 años.