"Los jóvenes de hoy deben tener paciencia y perseverancia; son la generación mejor formada y debemos estar orgullosos de sus capacidades, pero sin presionarles demasiado". El consejo fue uno de los que dejó ayer en un abarrotado Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA el peluquero Ramiro Fernández, psicoesteta, empresario y emprendedor que supo a lo largo de su trayectoria hacer gala de ese tesón que predica, y que hoy le permite ser querido y admirado en Oviedo, su ciudad de adopción, y en su tierra natal allerana, de la que fue primer hijo predilecto.

Políticos, representantes del clero, empresarios, clientes, gente de las Cuencas y hasta los componentes del Coro Naranco, que le dedicaron la canción "Oviedo", se reunieron ayer en torno a un hombre hecho a sí mismo, al que Manuel Lafuente, expresidente del Oviedo, presentó como "amigo de sus amigos y una persona extraordinaria". Y Ramiro, a sus 75 años -"peino canas, pero me siento joven", recalcó-, repasó su vida y se detuvo en los cuatro años en los que fue concejal por la UCD, en la primera Corporación de la Democracia, presidida por Luis Riera. "Fue un máster extraordinario. Se despertó en mí el afán de superación". Cuando alguien en el salón de plenos criticó la presencia de un barbero entre médicos, ingenieros y economistas a Ramiro se le cayó el mundo encima. Por poco tiempo: "Todo me sirvió de mucho; me di cuenta de que la categoría de una persona no se mide por su profesión, sino por su manera de desenvolverse en ella".

El peluquero llegó a Oviedo a principios de los años sesenta, para terminar la mili, desde Valladolid, con un macuto en el que guardaba como bienes preciados sus útiles de peluquería. Fernández, que intervino en el ciclo de conferencias de la Sociedad Protectora de La Balesquida, repasó una trayectoria inabarcable, que le llevó a ser peluquero de la selección española de fútbol durante casi tres décadas, y también un magnífico relaciones públicas de Oviedo. "No entendería esta ciudad si no pudiese pasearla entera; quererla entera", dijo emocionado. En la plaza Juan XXIII montó la primera peluquería en el local que traspasaba la joyería Tensi por 114.000 pesetas, con la ayuda de su hermana Finita y de su cuñado. "Me pareció un lugar ideal, cerca del Vasco, por donde pasaban tantos alleranos que vendrían a cortarse el pelo a la peluquería de Miro". La misma dosis de ilusión ponía Ramiro en atender a los convecinos que años más tarde en acicalar al exseleccionador Javier Clemente, a Henry Kissinger y a tantas personalidades que han pasado por los premios "Princesa de Asturias". "Tengo una obra de cada galardonado con el de Bellas Artes, es una de mis aficiones ocultas", confesó Ramiro, que también se declaró "ovetense y allerano hasta la médula".