Ricardo Fernández (Gijón, 1969) lleva semanas en el ojo del huracán. El desarrollo del juicio por la muerte del bombero Eloy Palacio en el incendio de Uría 58, el 7 de abril de 2016, ha situado al socialista, concejal de Seguridad del Ayuntamiento de Oviedo, en el centro de las críticas. Bomberos de toda España se manifestaron contra su gestión el pasado martes y la figura del edil ha recogido el dolor y la indignación de todo el Cuerpo por la estrategia de la compañía aseguradora municipal. La firma Zurich evitó el impacto del siniestro en sus cuentas gracias al fallo judicial: decidió la magistrada que la forma de enfrentarse al fuego de Eloy Palacio constituyó una "imprudencia temeraria". El concejal, jurista con más de 25 años en la abogacía, se siente preso de la situación, entre el corazón y la ley. Explica en esta entrevista que ha hecho todo lo posible dentro de la legalidad para arropar a la familia. Cuando habla del bombero fallecido hace un gran esfuerzo para contener la emoción. Maldice ese incendio y la desgracia del tejado que se vino abajo cuando Eloy luchaba contra las llamas.
- ¿Cómo valora el fallo judicial que achaca a un exceso de celo la muerte de Eloy Palacio?
-No he entrado a hacer un análisis de fondo de una sentencia que aún no es firme y que la familia va a recurrir. Lo que sí puedo decir es que Eloy era un gran profesional. Siempre he tratado de transmitir el máximo reconocimiento a un trabajador que ha perdido la vida en un accidente laboral. Hay dos personas que tienen la máxima distinción de este Ayuntamiento -la medalla de oro- y una de ellas es Eloy Palacio.
- ¿Qué siente al escuchar las críticas de la familia y de los bomberos? ¿No puede hacer algo más el Ayuntamiento?
-Siento dolor. A nivel personal me duele la situación que se ha planteado, porque lo cierto es que no podemos hacer más. Nos hemos encontrado una póliza en la cual se indemniza por muerte en accidente laboral con 18.000 euros. Hemos tratado de aumentarla con efectos retroactivos y no hemos encontrado cauce legal.
- ¿Entiende la petición de los bomberos para que dimita?
-No lo veo justificado. Una cosa es la situación que afecta al pago de una indemnización a la familia y otra las deficiencias que pueda presentar este servicio. Yo no mezclo ambas cuestiones. Sobre la reclamación de la familia, hemos llegado al máximo, no tenemos capacidad para ir más allá. La póliza nos limita. Respecto a las deficiencias del servicio, nadie discute que las tiene en cuanta a personal y estructura. Pero si nos dicen que hacen falta noventa bomberos y tenemos poco más de sesenta, no podemos convocar treinta plazas, ya que hay una limitación legal que lo impide y sólo puedo convocar las diez que se corresponden con las bajas de 2016. Se ha tratado de dar pasos para ir orientando el servicio en otra dirección, pero los males vienen de lejos. No son cosa ni siquiera de los últimos cinco años.
- ¿Medidas concretas?
-Hay cosas en las que hay que ir dando pasos que no se lograrán de hoy para mañana. Sí tenemos que apostar por no perder empleo público. Hay que darle un margen a la nueva jefatura para que plantee su organigrama de dirección y lo lleve a la práctica. Llevará tiempo, pero es el camino. No me opongo a estudiar lo que pidan los bomberos, pero teniendo en cuenta que hablamos de la totalidad de los trabajadores del ayuntamiento y dentro de los cauces de la ley. Cualquier planteamiento de mejora hay que llevarlo a la mesa general. No podemos actuar de manera unilateral sin tener en cuenta la legítima representación de los trabajadores.
- ¿Cómo enfrenta los problema del botellón en la ciudad?
-Más que de seguridad ciudadana, que lo es, es un problema de salud pública en el que la administración tiene la obligación de intervenir. Pero no sólo desde el punto de vista policial, ya que no hay una única solución. Esto empieza en casa, se desarrolla en el colegio y termina en el ayuntamiento. Frente a los dos derechos que se barajan, el del descanso está por encima del de diversión, que cuando afecta a la salud pública no es tal diversión. Como todo el mundo comprenderá, si tenemos una avalancha de personas no podemos generar un problema mayor entrando a disolverla con la policía. Otra cosa es que se trate de llevar a cabo un control en determinados puntos donde hay problemas que afecten al descanso y a la convivencia. Y hay que hacerlo sin criminalizar a la juventud. Si esto empieza en casa, en casa debe haber una obligación educativa a título individual. Y también colectivamente como sociedad.
- Los índices de criminalidad en el concejo descienden. ¿Está satisfecho?
-Los datos los ha publicado recientemente el Ministerio del Interior. Mejoran por un trabajo colectivo de la Policía Nacional, la Guardia Civil y la Policía Local de Oviedo.
- Los efectivos policiales también son escasos...
-Este es un mal endémico de la administración local, tras la crisis y el recorte de gasto público.
- ¿Se puede considerar a los serenos como alternativa?
-Entiendo que el sereno es un colaborador del ciudadano. No sustituirá a la seguridad privada, pues sería competencia desleal, ni tampoco vulnerará las funciones de la Policía Local en materia de seguridad ciudadana. Puede ayudar, pero al colectivo vecinal, no al policial. Además, con el proyecto también se busca crear empleo.
- La delincuencia baja, aunque los robos en casas particulares han aumentado.
-Llama la atención, pero ha habido un trabajo de la Policía Nacional que hay que reconocer. Nosotros hemos colaborado desde la Policía Local, incluso en algunas de las más llamativas operaciones de detención.
- Se acerca el final del mandato. ¿Repetirá?
-La experiencia es gratificante. Me debo a cuatro elementos, sin orden de prioridad: la familia, mis ideas, el partido y el Alcalde. Me atengo a eso para tomar una decisión. He entrado en la lista con el Alcalde. A él me debo y a los compañeros. En todo caso, no dependo de la política para vivir. Tengo detrás 25 años de actividad en la abogacía.
- ¿Debería repetir Wenceslao López como candidato?
-Eso depende de él. Le conozco desde hace años y es una persona muy válida.
