José Ángel Martínez y sus compañeros seguían peleándose con los grafitis de la calle Postigo Alto a eso de las cuatro de la tarde de ayer. "Está costando mucho trabajo. Las pintadas están incrustadas en las paredes de las fachadas y tenemos que dar dos o tres capas de una pintura especial para eliminarlas por completo antes de poner el color definitivo", explican los trabajadores que se encargan de ejecutar el plan "antigrafitis" puesto en marcha por el Ayuntamiento en las calles del casco histórico.

El material empleado por los operarios es pintura tixotrópica, pensada para el aislamiento y para cubrir manchas importantes. "Por el momento sólo hemos terminado una calle y parte de otra, pero cada fachada lleva bastante trabajo. Para quitar las pintadas no sirve sólo dar una mano de pintura", señala otro de los trabajadores. Los primeros resultados del plan municipal contra los grafitis ya pueden observarse en la calle Fuero, que ya está terminada. "También hemos hecho la parte derecha de la calle Carta Puebla y ahora estamos aquí en Postigo Alto. La siguiente que vamos a pintar es la calle Oscura", señala un operario. "En algunas fachadas tenemos que pararnos aún más porque tienen piedra y también está afectada por las pintadas", añade.

Los vecinos de la zona están encantados con el lavado de cara al que se está sometiendo el barrio, aunque no se fían del todo. "La verdad es que así da gusto, pero lo que hay que hacer es vigilar la zona para tratar de evitar que las paredes vuelvan a estar cubiertas de pintadas en dos días", solicita Pancho Alonso, del colectivo vecinal Oviedo Redondo. Según precisó hace unos días el concejal de Urbanismo, Ignacio Fernández del Páramo, la Policía Local va a hacer un seguimiento especial para evitar que se ensucien las zonas recién pintadas.