Una sola familia desbordó y paralizó ayer durante una hora La Corredoria. Una legión de motoristas venidos de toda la geografía asturiana e incluso de fuera de la región demostraron por qué el mundo de las dos ruedas está tan unido como padres e hijos. El último adiós a Mario Ramos, el joven de 25 años que falleció el jueves por la tarde en un accidente de moto en Villaviciosa, se convirtió en un cálido homenaje a un chaval "que irradiaba amor".

Así lo definió el párroco de la iglesia de San Juan Bautista al comienzo de una ceremonia que en realidad había empezado media hora antes en el asfalto. Familia, amigos, compañeros del club Asturguardianes y aficionados al motociclismo escoltaron el féretro desde su salida del tanatorio Puente Nora hasta la parroquia de la Corredoria. La comitiva rodó en un silencio únicamente roto por el ruido de los motores.

"Es bonito darle una despedida así a Mario. Hasta parece que el tiempo nos ha dado una tregua para rendirle el homenaje que se merece. La familia motera siempre estará con él y los suyos", comentó una de las motoristas allí congregadas, Tania Figares.

Los motoristas que esperaban de pie a ambos lados de la acera levantaron sus cascos en señal de respeto cuando el cortejo llegó a la altura de la iglesia. Eran las cinco menos diez. Del coche fúnebre se bajaron los padres y el hermano de Mario; Jesús Ramos, Mari Flor Feito y Marcos Ramos. Serenos y agradecidos por el cariño desplegado en la calle sostuvieron una de las centenares de rosas rojas que adornaban el féretro. A las cinco en punto entraron en el templo abrazados y entre aplausos mientras la iglesia se iba llenando lentamente.

"La muerte de Mario es prematura, injusta y fuera de tiempo. Cuando una mujer pierde a su esposo se convierte en viuda. Cuando alguien pierde a sus padres es huérfano. El diccionario español no tiene ninguna palabra que defina la desgracia de que unos padres pierdan a un hijo. Pese a ese vacío, hoy estamos aquí para encontrar aliento y darnos cuenta de que lo importante en la vida es estar con las personas que queremos". El párroco José Manuel Vázquez Menéndez pronunció un cariñoso y cercano discurso que reconfortó a los allegados de Mario. "No le conocí, pero viendo la cantidad de personas que hay aquí y lo que están haciendo en su honor no me hace falta más para saber quién era. Sin duda, alguien que mereció la pena".

Mario Ramos era un apasionado del mundo de las motos e incluso había formado un colectivo llamado CBR (Charlie Bravo Romeo). Trabajaba desde hacía unos meses en Feito y Toyosa, jugó en varios equipos de fútbol como el Covadonga o la Sociedad Deportiva y Cultural de la Corredoria, y le hubiese gustado hacerse policía. Además, siempre que podía echaba una mano en los locales de turismo rural de su familia y era amigo de sus amigos.

Una de sus primas tomó la palabra al término del funeral para dedicarle un emocionado mensaje a él, a sus padres y a su hermano. "Mi primo Mario era alguien especial. Todo el mundo le ha querido y le quiere. (...) Brilló tanto en su vida porque era una estrella. Y como las estrellas se fue pronto". El dolor por la marcha del joven fue ayer tan grande como el amor que le demostraron en la iglesia y el entorno de la Corredoria. Un fortísimo aplauso recibió a su familia a la salida de la iglesia de San Juan Bautista antes que, del mismo modo que a la ida, decenas de motoristas acompañasen el coche fúnebre hasta el tanatorio de los Arenales para las exequias finales, ya en la intimidad de sus seres queridos.