Oviedo, Vetusta, tenía una deuda pendiente con Leopoldo Alas Argüelles, hijo de Clarín, rector de la Universidad y que fue encarcelado y fusilado en 1937 por sus ideales.

La deuda se saldó ayer con un aplauso de cinco minutos del teatro Campoamor, que se llenó para asistir al estreno de la obra "El Rector", con texto del expresidente del Principado y colaborador de LA NUEVA ESPAÑA, Pedro de Silva. La obra, dirigida por Etelvino Vázquez, traza durante casi dos horas los últimos meses de vida del Alas Argüelles, representado por Carlos Lorenzo, con un salto temporal con el que se inicia la obra a la Revolución de 1934.

Durante toda la función se habla de Vetusta, que no de Oviedo, en alusión a esa sociedad "pacata" que condenó al Rector a morir fusilado. Lo dice Carmen Polo, representada por Cristina Alonso, "en Vetusta nadie le soporta". La alusión se hace en una sobremesa en la que Franco (Carlos Mesa) no atiende la petición de súplica de Cristina, la esposa del Rector. Pero es que, como apunta Lucio, amigo y confidente del condenado, "Franco quiere hacer de España una enorme Vetusta".

La obra, una defensa de la libertad, de la dignidad y de la solidaridad, se divide en varios apartados que van marcando esos últimos meses de Leopoldo Alas Argüelles antes de ser fusilado junto a otros cuatro hombres en el muro de la cárcel de Oviedo (hoy Archivo Histórico de Asturias). Todo empieza con "la Premonición". Ese sentimiento que tuvo Alas entre las ruinas de la Universidad en octubre de 1934. De ahí se salta a 1936, cuando se inicia el proceso "judicial" contra el Rector. "La prueba de cargo". Es esta parte de la obra en la que Lucio afirma que "Leopoldo es la imagen de todo lo que la República podría haber sido". Aparece esa "prueba de cargo" que sirve para condenar a muerte al protagonista y que no es más que una fotografía de un acto en favor de los huérfanos de la Revolución en la que Alas es retratado junto a Alberti, María Teresa León y Dolores Ibárruri, "Pasionaria". Esa imagen es la nimia excusa que sirve para justificar el fusilamiento cuando en realidad lo que se está haciendo y así se ve en la obra es cumplir la voluntad del "coro de Vetusta", que llega a pedir su crucifixión. Lo que en realidad quiere Vetusta es matar al hijo de Clarín.

La obra transcurre por "El juicio", "La súplica" de una esposa que pide clemencia, "La confirmación" ante la negativa de Franco a conmutar la pena por cadena perpetua y finalmente "Confesión y muerte".

Justo antes de ser asesinado, es Vetusta la que pide perdón al hijo de Clarín. El magistral de la Catedral, Benjamín Ortiz, representado por Ángel Sánchez, es al final quien en la figura de su hijo pide disculpas a Clarín. "Me siento culpable, le matan los míos, deme usted el perdón y la absolución", clama.

El estreno de "El Rector", que hoy se representa de nuevo a las 20.00 horas, llenó el Campoamor. El autor, Pedro de Silva, estuvo arropado en el palco municipal por el presidente del Principado, Javier Fernández; el alcalde de Oviedo, Wenceslao López; el consejero de Cultura, Genaro Alonso, y el concejal de Cultura del Ayuntamiento de Oviedo, Roberto Sánchez Ramos.

Desde una de las plateas del Campoamor siguieron la obra los exrectores de la Universidad de Oviedo Emilio Marcos Vallaure, Juan López-Arranz y Vicente Gotor.

Una obra que narra una hazaña, la de un hombre que nunca renunció a sus ideales aunque le llevasen al paredón.