Una oportunidad para atajar definitivamente el fenómeno del "botellón". Así ven muchos hosteleros ovetenses el anuncio del Ayuntamiento de modificar la ordenanza de convivencia para eliminar la genérica prohibición de consumo de alcohol en la vía pública. A cambio, la norma, para la que se elabora en estos momentos un borrador, establecerá una serie de suspuestos que constituirán las pautas de consumo prohibidas. Los empresarios reciben con los brazos abiertos las palabras del concejal de Seguridad Ciudadana, Ricardo Fernández, aunque reconocen la dificultad de erradicar un hábito tan extendido. Al mismo tiempo, reclaman que su opinión sea tenida en cuenta a la hora de la redacción definitiva de un texto "más permisivo" con casos como "el cliente que sale a echar el pitillo con la caña".

El sector prioriza acabar con una lacra tanto para sus intereses económicos como para la salud de los jóvenes. Por esta razón ven con muy buenos ojos la voluntad municipal de tomar cartas en el asunto, empezando por suprimir un artículo de la ordenanza actual referente al consumo alcohólico en las calles sin distinción alguna. "Todo lo que sea no ir en contra de la hostelería e ir en contra del 'botellón' nos parece bien", declara el presidente de la junta local de la patronal Otea en Oviedo, David González Codón.

El representante de los hosteleros de la ciudad pide "aplicar el sentido común" a la hora de redactar la nueva normativa y contemplar cierta permisividad con algunos supuestos hasta ahora sancionables. "No se puede equiparar al que sale a echar un pitillo con la caña con los que van en grupo a consumir en una plaza", indica Codón, "sorprendido" por la disposición municipal a mejorar las reglas vigentes. "Hasta ahora sólo sabemos lo que vimos en LA NUEVA ESPAÑA, pero estamos abiertos a colaborar si nos lo piden", añadió.

Para otros, el paso anunciado por Ricardo Fernández supone una rectificación acertada por parte del tripartito de unas normas redactadas con "escasa precisión" en su día por el gobierno del PP. "Cuando diseñaron la norma de 2010 no supieron distinguir entre el 'botellón' y el resto de supuestos", indica el hostelero David García, partidario de buscar una ordenanza "consensuada" con mejoras como "sancionar al cliente infractor en vez de al establecimiento" y clarificadora de algunos términos. "La diferencia entre consumir en locales y el 'botellón' es clara: el plástico", añade García, titular de un local en la calle del Rosal.

En la misma línea se pronuncia el hostelero de la plaza del Sol Víctor Naves. "Beber en la calle consumiciones de locales es lo más normal del mundo", comenta el empresario, instando a poner el límite en las prácticas "molestas y sucias" como pretende hacer el tripartito para tipificar el hábito extendido entre los jóvenes. Asegura que, "somos la única capital de provincia en la que se pone en duda la posibilidad de tomar bebida de los bares en la calle", indica, lamentándose de haber sido sancionado en una ocasión porque había gente bebiendo en la carretera unas consumiciones adquiridas en su establecimiento, mientras veía 'botellones' quedar impunes.

También hay quien se muestra más escéptico sobre el éxito de la nueva ordenanza. "En estos casos sólo caben negros o blancos, pues los grises pueden ser conflictivos", indica Roberto Fernández Marca, con local en el Antiguo y temeroso de que la supresión genérica de beber en la vía pública abra la puerta a comportamientos generalizados no deseados. "Si queremos luchar contra el alcoholismo entre los más jóvenes quizás no sea lo más acertado", defiende acerca de una normativa "difícil de redactar". Además, advierte de la posibilidad de "un retroceso" en los avances realizados en los últimos años. "La situación había mejorado en los últimos años y puede que tanto cambio frene esos progresos", apunta.