Elena FERNÁNDEZ-PELLO

Con el dinero del primer cuadro que vendió Jaime Herrero se marchó a París y allí se convirtió en el chico de los recados del filósofo Jean Paul Sartre, trabó amistad con la actriz Juliette Gréco, que le invitó a su casa a ver su colección de autómatas antiguos, y acabó involucrado en las revueltas de Mayo del 68. Herrero conversó ayer de todo esto con el periodista de LA NUEVA ESPAÑA Javier Cuervo y con el crítico de arte Luis Feás, que lo invitó a su Espacio Crítico. En ese foro sobre arte Herrero contó cómo acabó convertido en el autor del primer cartel que, pegado por las calles de París, anunciaba el inicio de las revueltas estudiantiles.

La noche que empezó la movilización Jaime Herrero encontró unas placas de contrachapado y se ofreció a utilizarlas para grabar un cartel con la imagen de un guardia blandiendo una porra. Imprimieron los "affiches" por la noche y por la mañana cubrieron con ellos la ciudad.

Ésa fue una de las historias que Herrero relató ayer rememorando su juventud y sus comienzos artísticos. Empezó por la primera vez que mostró sus cuadros en público, en el sótano de la cafetería Rívoli, en la calle Uría de Oviedo. Luis Feás, que ha comisariado varias exposiciones de Herrero, entre ellas la antológica de 2006 en la capital asturiana, mostró uno de los cuadros de aquel debut, "Tertulia".

Jaime Herrero puso rumbo a París con 22 años, dejando atrás una ciudad que le resultaba anodina. "En Oviedo no había absolutamente nada que hacer", según el artista, así que se marchó a Francia con lo que había aprendido del idioma en la Alianza Francesa y empezó a frecuentar la tertulia de Sartre y su compañera Simone de Beauvoir. "Nunca me sentí existencialista, no pensé que pudiera serlo con mis raíces culturales y naturales", confesó.

Jaime Herrero asegura que no sentía especial afinidad por ninguna corriente filosófica o política pero que cuando trabajaba en la Renault le obligaron a entrar en un sindicato y acabó, por descarte, en el de los anarquistas, en el que había muchos españoles, catalanes y andaluces sobre todo, y donde ni siquiera hacía falta ir a las huelgas, porque los convocantes solían ser los comunistas.

Herrero trabajaba en lo que le iba saliendo, en una fábrica de coches o en una cantera, y cuando se quedaba sin empleo se dedicaba a la vida bohemia. Por las noches asistía a clase a la Sorbona. La obra de Jaime Herrero en aquellos años está adscrita, según Feás, al expresionismo. El pintor comentó que simplemente "era lo que pedía la época".

Una de sus creaciones de aquellos años está expuesta en el Museo de Bellas Artes de Asturias, "Sobre una guerra civil", que Feás proyectó durante la conversación de ayer y de la que Herrero dijo que había sido inspirada por las huelgas mineras del 62 en Asturias.