Benedicto Díaz apenas levantó ayer la vista de sus bolillos. Este salmantino de 80 años fue uno de los 800 participantes del Encuentro de Encajeras que se celebró por primera vez en quince años en el Palacio de Calatrava y que, como de costumbre, tuvo una abrumadora mayoría femenina. "Empecé a hacerlo hace tres años porque se me dan bien las manualidades. Ahora estoy trabajando en una puntilla para un mantel de casa. Y aquí he venido con mucho orgullo", explicó este hombre nacido en Salamanca, pero con domicilio en Santander justo después de bromear sobre su nombre. "Soy como el Papa".

Benedicto acudió con su profesora de bolillos, Conchi Beivide, orgullosa del progreso de su alumno. Llegaron a Oviedo a primera hora de la mañana.

Lo mismo hicieron la mayoría de las encajeras que vinieron de toda España -especialmente de Madrid, Castilla y León, y Castilla-La Mancha- alentadas por la agrupación que organiza la jornada desde la primera edición; la Asociación de Encajeras Ciudad de Oviedo. Su presidenta, Rosa Estrella Brasero, estaba especialmente contenta por el cambio de ubicación de una carpa en la Losa al Palacio de Calatrava. "Ha sido un acierto que debo agradecer al equipo de gobierno". Así lo hizo en cuanto llegó la concejala de Atención a las Personas, Marisa Ponga y su compañero, el edil socialista Diego Valiño.

A los tradicionales chales, tapetes, mantillas o abanicos expuestos este año por su cuidada elaboración -algunos elaborados con la técnica del encaje ruso- y su calidad, hubo que añadir varias sorpresas. Por ejemplo, los pequeños cuadros hechos con hilo y bolillos que presentó la profesora de encaje Belén Hernández, llegada de Cudillero. "Los hacen mis alumnas en clase. Los que he traído para la ocasión son de Yuri San. Destacan por su complejidad y porque se hacen sin plantilla. Simplemente replicando un lienzo o una fotografía y aportándole relieve".