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Pablo Blanco escribe relatos "de gran nivel" y es un fan de la ciencia ficción

Pablo Blanco, que vive en un piso tutelado de Pumarín, participó en Villabona en talleres de cerámica, tapicería y jardinería

Pablo Blanco, en el juicio. LNE

Pablo Blanco, el ovetense que participó en la muerte y descuartizamiento de su hermana en un piso de Vallobín, es ahora "una persona de trato fabuloso", que escribe relatos literarios "de gran nivel" y devora libros de ciencia ficción. Según ha podido saber este diario, el hombre que fue encarcelado en el año 2009 como uno de los cuatro protagonistas del crimen más espeluznante que se recuerda en Oviedo lleva seis meses viviendo en un piso tutelado del barrio de Pumarín y asiste semanalmente a un taller literario para personas con discapacidad intelectual que se desarrolla en el campus del Milán. "Participa activamente en todas las actividades que se llevan a cabo en el taller y escribe muy bien. Ya ha pagado su condena y ahora trata de vivir haciendo lo que le gusta", explican las personas que lo conocen en esa nueva faceta. Y añaden otro dato: "En sus relatos siempre están muy presentes temas como el respeto y la humanidad".

La actitud de Pablo Blanco desde que entró en la cárcel -con una condena de nueve años y diez meses- "siempre ha sido intachable", un hecho que facilitó que el Juzgado de Vigilancia Penitenciaria haya permitido que cumpla el tercer grado, tras ocho años de internamiento, en un piso tutelado en lugar de hacerlo en el Centro de Inserción Social (CIS) del centro penitenciario de Asturias. También influyó, según fuentes próximas al condenado, "la buena relación que mantiene con sus padres" a pesar de todo lo ocurrido. "Es consciente de que ha cometido un grave error, un enorme error, y que está pagando por ello. Ahora sólo quiere normalizar su vida. Ha hecho numerosos cursos y talleres para aprender y tener posibilidades de conseguir la reinserción social y laboral", señalaron las mismas fuentes, que piden anonimato.

Otros que aseguran conocer su periplo en la cárcel sostienen que Pablo Blanco era un fijo en todos y cada uno de los cursos que se ofrecen a los internos en el centro penitenciario. Esas mismas voces afirman que estuvo en talleres de cerámica, tapicería y jardinería, entre otros muchos. "Tras Pablo Blanco se esconde una persona con alto nivel de vulnerabilidad y fragilidad, y que vivió este hecho como víctima y no como verdugo".

Pablo Blanco fue uno de los tres condenados por los hechos sucedidos en la noche de San Juan de 2009, cuando, inducido por Jesús Villabrille, una menor y y el joven Cristian Mesa, acabó descuartizando a su hermana, María Luisa Blanco, después de que ésta hubiera sido vejada y torturada.

"Le obligaron a hacerlo"

Desde su círculo más cercano aseguran que Pablo Blanco vive a diario con el recuerdo de aquella atroz noche. "Siempre está repitiendo que echa de menos a su hermana, pero que le obligaron a hacerlo", señalan algunos de quienes lo tratan. Blanco se refiere a los otros tres implicados en el crimen, dos de los cuales se encuentran pagando penas mucho más largas que el hermano de la víctima en diferentes cárceles de la Península. La condena de Blanco fue más reducida porque, entre otras cosas, se le aplicó la atenuante de "miedo insuperable" a consecuencia de las evidencias que se pusieron de manifiesto durante el juicio. Al parecer, era Jesús Villabrille el que tenía atemorizados a todos los residentes en aquel piso del barrio de Vallobín y el principal cabecilla. Actualmente, según fuentes conocedoras de su trayectoria, se encuentra en la cárcel de El Puerto de Santa María (Cádiz) tras haber sido trasladado "como preso peligroso" por protagonizar varios incidentes. Cristian Mesa, otro de los condenados, "está adaptado a la vida de la cárcel y también tiene muy buena actitud". La por entonces menor Larisa L., que fue ingresada en el centro de Sograndio, habría terminado ya la carrera de Magisterio.

A pesar de las buenas referencias sobre Pablo Blanco, el barrio de Pumarín no ha encajado bien que el hombre resida ahora allí. "Tenemos miedo. Por mucho que digan, este tipo de personas nunca se cura. Esos crímenes tan brutales no prescriben a pesar de que se haya cumplido la condena", señala la propietaria de una peluquería. Una de sus clientas es de la misma opinión: "Es una vergüenza que haya salido tan pronto de la cárcel con la salvajada que hizo", subraya.

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