"Está comprobado que los adolescentes con tumores que son tratados con protocolos pediátricos tienen mejores resultados de supervivencia que si se les aplican protocolos de adultos". Esta aseveración fue realizada ayer por Carmen Menéndez Llaneza, coordinadora de la comisión de Sanidad de la Federación Española de Padres de Niños con Cáncer, en el transcurso de una Jornada sobre Adolescentes con Cáncer celebrada en el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA). El acto fue promovido por la asociación Galbán, de familias de niños con cáncer de Asturias, cuyos responsables enviaron un mensaje directo a las autoridades sanitarias. "Es necesario que el HUCA tenga una unidad específica de adolescentes; con 16 años aún son niños, y no les conviene pasar a unidades de adultos", subrayó Paula Rodríguez, responsable de gestión de Galbán.

El complejo sanitario de Oviedo dispone del único servicio de oncología pediátrica de Asturias. La frontera entre la unidad de niños y la de adultos está fijada en 16 años. En la mitad de los hospitales de España, la transición se produce incluso antes, a los 14 años, según indicó Carmen Menéndez Llaneza.

Estado de ánimo

Lo que reclaman los padres y los propios pacientes jóvenes es posponer en lo posible -al menos, hasta los 18 años- el traslado a la planta de mayores. Y, como solución óptima, dotar al Hospital Central de una unidad destinada propiamente a pacientes en fase de adolescencia.

Carmen Menéndez ha elaborado un estudio comparativo entre las unidades de adultos y las pediátricas. Su conclusión es que las primeras "tienen menos prestaciones tanto para los pacientes como para sus familias". Escuelas dentro de los hospitales, televisión gratuita o talleres de juegos son algunos de los servicios de los que disfrutan los niños y que no están disponibles en las plantas de adultos. "Son elementos que generan un ambiente y un entorno más propicio para su estado de ánimo", indicó la autora del trabajo.

Los jóvenes pacientes corroboran esta tesis. Al gijonés Borja Balbuena le diagnosticaron un linfoma cuando tenía 16 años. "Cuando llegué al HUCA, me ingresaron en la planta de adultos; y, gracias a la insistencia de mis padres, me pasaron a oncología pediátrica; el cambio fue tremendo, muy positivo", explica.

Muy similar es la opinión de la ovetense Cecilia Zapico, de 18 años. Desde los 9 años está a tratamiento de un tumor cerebral, y desde hoy se enfrenta a la EBAU con la expectativa de estudiar arte dramático. "En la planta de niños haces amistades; tienes voluntarios que vienen a jugar contigo, payasos, médicos y enfermeras especializados en niños... Ese apoyo es fundamental para seguir adelante", argumenta.

Las madres de ambos, Beatriz Balbuena y Henar Polo, refrendan los testimonios de sus hijos. "Los niños se relacionan entre sí, se hacen amigos, se tratan casi como hermanos, porque les une una experiencia muy fuerte", enfatiza Henar Polo.