A la ovetense Silvia Valbuena, que es la entusiasta ideóloga de una asociación de sordociegos en Asturias, nunca se le puso nada por delante. Aunque nació con un problema de audición, estudió en un colegio convencional y después realizó los estudios de Magisterio por la rama de Educación Especial.

Llegado el momento se decidió a hacer oposiciones a la Administración de Justicia "porque sabía que con mi discapacidad ningún colegio me querría contratar". Y las sacó. Su destino fue fuera de Asturias, en Gerona. Hasta ahí todo bien, hasta que comenzó a tropezar con las mesas y a darse golpes inesperados.

"Al salir de mi hábitat me di cuenta de que algo me estaba pasando y, lamentablemente, el tiempo terminó por darme la razón". Pero así y todo tuvo el coraje suficiente para seguir adelante, y terminó trabajando en la Sala de lo Contencioso del Tribunal Superior de Justicia de Asturias (TSJA), hasta que no le quedó más remedio que jubilarse por su discapacidad.

Pero lejos de tirar la toalla apostó por seguir haciendo una vida normal, lógicamente dentro de sus limitaciones. Siempre fue una persona activa y quiso seguir con sus aficiones, una de ellas la lectura.

Por eso apostó por una idea: crear una asociación en Asturias de sordociegos. "De qué nos sirven que nos provean de los medios de comunicación más modernos, cuando somos personas con sentimientos a los que nos gustaría tener vida social que de momento no alcanzamos", se preguntó.

Por eso la idea de Silvia es unir en el futuro colectivo a personas de la misma edad para compartir aficiones, inquietudes y también salir a tomar algo. "A veces en nuestras actividades nos encontramos con gente muy mayor que no tiene las mismas inquietudes y necesidades que otros que van desde los 30 a los 50 años".

Pero además, Silvia Valbuena sostiene que la futura asociación les servirá también para reivindicar sus derechos. Es una vitalista nata siempre con una sonrisa.