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Escritor asturiano, publica la novela "El porqué del color rojo"

Francisco Bescós: "Para los buenos policías no hay crimen perfecto, sino investigaciones deficientes"

"Soy culpable de escribir, de hacerlo con entusiasmo a pesar de que la remuneración es paupérrima, de que sólo se cobra en vanidad"

Francisco Bescós.

Francisco Bescós (Oviedo, 1979) se pregunta en su nueva novela "El porqué del color rojo".

-¿Qué se va a encontrar el lector?

-Una novela negra canónica y, al mismo tiempo, diferente. Una narración ágil pero no por ello carente de profundidad. Unos hechos duros contados con mucho sentido del humor. Un puñado de personajes con los que encariñarse. Un escenario único y real. Varias intrigas que despertarán su curiosidad. Un montón de razones para seguir volviendo páginas.

-¿Cómo se fraguó la historia en su imaginación?

-Lo primero que aparece es el escenario, Rioja Baja, la vendimia, que revela todo su potencial narrativo. Después, uno va tomando los ingredientes que ofrece el lugar (inmigración, agricultura, paisaje...) y los convierte en conflictos dramáticos. Por último, lo más difícil que uno debe solucionar en su imaginación: trenzar todos estos conflictos dramáticos en una narración estructurada.

-¿A qué desafíos se enfrentó en la escritura?

-Cualquier escritor que quiera escribir una novela negra meritoria se enfrenta a los mismos desafíos: evitar los estereotipos, aportar frescura a un género sobresaturado, tratar de ofrecer algo que no ofrezcan las chorrocientas novelas negras que se publican a la vez que la tuya. Cada vez es más difícil.

-¿Tiene modelos literarios cuando se lanza a crear?

-No tengo modelos permanentes. Olvido rápido lo que en otro momento me entusiasmó y adopto a nuevos autores como referentes con el mismo entusiasmo. Como lector, soy un chaquetero.

-¿Por qué el color rojo?

-El vino se vuelve de color rojo, rojo tinto, porque entra en contacto con los hollejos (pieles) del grano de uva. El escenario de la novela se vuelve de color rojo, rojo sangre, porque la protagonista también entra en contacto con una parte importante de sí misma.

-¿Le gusta dejar la novela reposando en barrica?

-Sí, sin duda. Mi proceso de escritura es muy caótico. Necesito que, tras cada etapa, la cosa repose para poder tomar distancia y luego juzgar lo trabajado con mejor criterio.

-¿Qué prefiere del acto de escribir, la plantación, la vendimia o el embotellado?

-Cuando consigo sumergirme a fondo en la escritura, me encanta la etapa de la redacción. Esa especie de arrebato que te embriaga y hace que pasen horas antes de recordar dónde estás, qué estás haciendo. El problema es que no siempre se consigue, y entonces redactar se convierte en una travesía por el desierto: cuando tropiezas, cuando la historia no fluye, cuando no te está gustando? Es peor que ir a trabajar con gripe.

-La teniente Lucía Utrera, ¿podría describirla en un tuit?

-Teniente al mando de la casa cuartel de Calahorra. Cordobesa. La llaman la Grande, por su corpulencia, pero ella no lo sabe: nadie se atreve a decírselo a la cara; no es que teman su autoridad, es que su respuesta te puede dejar en tu sitio.

-Traficantes de p ersonas, células yihadistas, poderes ocultos, enemigos íntimos? ¿Le gusta abarcar mucho?

-Sí. Yo lo llamo "horror vacui narrativo" y puede convertirse en un gran defecto o una gran virtud. Antes he comentado la necesidad de aportar algo diferente al sobresaturado género negro. Para mí, este "horror vacui" es una seña de identidad. Algo por lo que yo apuesto y que otros escritores evitan. Siempre digo que el gran reto de "El porqué del color rojo" consistía en encajar todas esas tramas en poco más de 300 páginas y que el resultado funcionase. Nunca estuve seguro de ir a conseguirlo, ¿sabes? Tuvo que llegar mi editor, las posteriores críticas positivas, el Premio Pata Negra, para salir de dudas.

-¿Qué hay de western en su libro?

-El aprovechamiento del paisaje. El campo abierto funciona como un personaje más que interactúa con los protagonistas, a veces como aliado, a veces como enemigo. Las columnas de Monument Valley se convierten, en La Rioja, en parques de gigantescos aerogeneradores. Las praderas surcadas por bisontes son aquí los interminables viñedos recorridos por tractores. El Ebro, con sus canales y sus nieblas, influye tanto en la acción como el Mississippi en algunos westerns.

-"Madrid es una buena ciudad para las cucarachas". ¿De dos patas también?

-Por supuesto, aunque depende mucho del observador. Esa frase, la primera del libro, la pronuncia un narrador en tercera persona, pero focalizado en un personaje. ¿En qué personaje? En uno muy cabreado con "las cucarachas" de Madrid. En realidad, las cucarachas, ya sean de 6 patas o bípedas, se adaptan a cualquier hábitat. Son fascinantes.

-¿Puede una persona organizar un crimen perfecto en tan sólo una tarde?

-Eso se pregunta la protagonista al final del libro. Y la respuesta es no; no se puede organizar un crimen perfecto en una sola tarde. Quizá sí pueda ejecutarse, pero no organizarse. Y, desde luego, no puede organizarse en solitario. Y hasta aquí puedo hablar sin desvelar spoilers de próximas novelas protagonizadas por Lucía Utrera. Porque dicen los buenos policías que no existen los crímenes perfectos, sino las investigaciones deficientes.

-¿Como escritor de qué se declara culpable?

-De escribir. De hacerlo con entusiasmo a pesar de que la remuneración es paupérrima, de que prácticamente sólo se cobra en vanidad. De robarle tiempo a mi familia o a cualquier actividad más lucrativa para escribir, sólo porque me hace sentir bien. De dedicarme a ello a pesar de que nadie me lo ha pedido. Es una irresponsabilidad. Sé que tanto materialismo escandalizará a algún romántico purista de las artes y las letras, pero en mi situación (tengo tres hijos, uno de ellos con una discapacidad) esta culpa genera mucha angustia y muchas dudas. Hay que ser un poco egoísta para escribir.

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