Carlos Fernández Llaneza ve el Naranco "como ese vecino que encuentra todos los días en el portal y con el que no tienes relación y de pronto un día te enteras de que es una persona importantísima". Así lo siente y así lo dijo ayer Fernández Llaneza, presidente de la asociación Manos por el Naranco, en una conferencia en el Pavo Real del Campo San Francisco. Llaneza habló de "Elementos etnográficos de interés en el Naranco: lavaderos, fuentes, pozos de nieve..." y su compañero Iván Mallada, vicepresidente de la misma asociación, repasó los "Vestigios arqueológicos de la Guerra Civil en la Sierra del Naranco".

Oviedo vive de espaldas al Naranco y los ovetenses lo ven como "un telón de fondo" y Fernández Llaneza lamenta que sea "el eterno desconocido.

Pero no siempre fue así. Hace un siglo, en las primeras décadas del siglo XX, el monte ovetense era punto de actividad frenética. Basta decir, como tiene documentado el presidente de la asociación, que a la jira del Naranco, que se celebra este domingo, acudieron en 1935 un total de 35.000 personas, en un Oviedo con 75.000 habitantes. Además, relató Llaneza, "el Naranco era la gran lavandería de Oviedo". En los lavaderos del monte, muchos ahora abandonados, se lavaba la ropa de hospitales, sanatorios, hoteles y casas burguesas de la ciudad. "Cuando los ovetenses veían la ropa tendida al verde en la ladera sabían que iba a hacer buen tiempo", explicó.

Otros de los elementos más característicos que se conservan, aunque tampoco en demasiado buenas condiciones, son cuatro pozos de nieve. Llaneza relató que estas construcciones "eran las neveras de la ciudad, de ellos salía hielo para conservar alimentos, para utilizar como antiinflamatorio e incluso para hacer sorbetes".

En cuanto a vestigios de la Guerra civil son numerosos los que se conservan. El Naranco fue un punto estratégico para el control de la ciudad y en el monte se instalaron una red defensiva que formaba un arco desde el límite con el concejo de Las Regueras hasta la zona del actual HUCA.

Llaneza hizo también referencia al Prerrománico y su entorno y lamentó el mal estado del acceso desde el aparcamiento que hay en el desvío hacia Ules hasta Santa María del Naranco.

La asociación que preside pretende recuperar el monte para los ovetenses pero "para recuperarlo hay que amarlo y no se ama lo que no se conoce", resumió. De ahí el empeño por la divulgación "para generar una demanda social" que lleve a la clase política a tomar decisiones que pongan el Naranco en el lugar en el que debe estar, en el corazón de los ovetenses.

Se intentó en su momento con el plan periurbano del Naranco pero todas las actuaciones propuestas quedaron en suspenso por la crisis económica y por cuestiones judiciales. Se han ido haciendo cosas pero no lo suficiente, en opinión de los que conocen bien el monte ovetense.

Por ahora la asociación, en colaboración con el Ayuntamiento, ha logrado recuperar la jira que se celebrará el domingo y que Llaneza defiende como "una reunión festiva que tiene que tener su parte reivindicativa". Se felicita del logro de la celebración y de que el Naranco esté en el debate público pero pide actuaciones y, sobre todo, mantenimiento para cuidar los pocos elementos etnográficos que quedan y para que el monte no se convierta en una zona intransitable

"Durante años no se hizo nada y ahora que se vuelve a hablar del Naranco no podemos permitir que vuelva a caer en el olvido", sostiene Llaneza. Por eso su asociación organiza excursiones, charlas y multitud de actividades para que los ovetenses y los visitantes conozcan el monte y lleguen a amarlo, y así garantizar su futuro.