Una pala excavadora abrió ayer una zanja alrededor del campo del Oviedo Rugby, en el Naranco, para instalar una tubería de drenaje que mejore la calidad del terreno, evitando que se encharque. El trabajo forma parte del plan -aprobado y costeado por el Ayuntamiento- para lograr que el campo cumpla con los requisitos mínimos exigidos de cara a la próxima temporada de juego que empieza en septiembre.

El Ayuntamiento ha destinado 48.391 euros al proyecto, que también contempla la ejecución de una cuneta y varios pozos de registro. Los operarios de la empresa adjudicataria del contrato, Trabajos Salense, tienen un plazo de quince días para finalizar un trabajo reclamado desde hace años por el club, los jugadores y los aficionados.

El estado actual del campo es muy malo por la lluvia y se parece más a una piscina de waterpolo que a un terreno de juego. Las imágenes del lodazal en que se convierte cada vez que hay tormenta han llegado a trascender en otros países, a través de medios extranjeros y redes sociales.

El Alcalde, Wenceslao López, anunció a finales de febrero su intención de repararlo dando por finalizado un bloqueo que enfrentaba a la Administración local con la regional y dejaba en medio al Oviedo Rugby. Las obras de mejora de drenaje servirán para que a corto plazo el club pueda seguir jugando allí, pero después el Ayuntamiento abordará junto al Principado hacer un cambio del césped por otro artificial, en principio, dentro de un año.

Además, el Principado (que es el propietario del complejo) cederá al Consistorio el terreno de juego y todas las instalaciones de la zona, que incluyen el campo de fútbol de Vallobín, el aparcamiento y una pista múltiple.

El Alcalde precisó entonces que el Principado estaba de acuerdo con estas condiciones y que la obra de sustitución del campo se realizaría en 2019. Antes, y dado que en septiembre entra en vigor la nueva normativa que dejaría fuera de competición el actual campo al no estar homologado, el Ayuntamiento reparará el drenaje del terreno para que el club no tenga problemas.

Los operarios colocarán un tubo a una profundidad aproximada de 60-80 centímetros y sobre él construirán una cuneta de hormigón para recoger el agua y redirigirla a un pozo de registro.