Mientras los ovetenses se quejan del clima, el sector turístico lo celebra. Orbaya en Oviedo y en un extremo del mercado de la Plaza de la Catedral un stand de Cogersa lucha contra un cambio climático que muchos vecinos desearían para ver llegar la ola calor. A los extranjeros, en cambio, ni la lluvia ni el cielo encapotado parecen preocuparles. Rachel Winter venida de Yorkshire, Inglaterra, ya fuera por la costumbre, o lo revelador de su apellido -invierno- disfrutaba ayer de una mañana en el antiguo. Es una de los muchos turistas que se refugian en la capital cuando el tiempo no acompaña los planes de playa y que llenan las calles con el arranque de la segunda quincena de julio.

Las flores del Fontán, los paraguas y las llamativas prendas de los guías junto a los grupos de asiáticos que, cámara en mano, patrullan la ciudad, son solo algunas de las notas de color que adornan durante estos días las mañanas en el casco antiguo.

En verano y en contra de lo que pueda parecer a primera vista, Oviedo se beneficia de este clima. Turistas que en un principio tenían la intención de visitar los pueblos costeros cambian sus planes para disfrutar de los bares y los atractivos de la zona histórica de la ciudad. Lo confirmaba David Estévez, guía de "Tyque, turismo cultural", al contar que cuando la gente viene a Asturias "ya está vacunada contra la lluvia". "Pero, está claro que los mejores días los tenemos cuando no molesta el sol ni llueve demasiado; un día encapotado como los que estamos viviendo esta semana es un imán para el turismo en Oviedo", concluye.

Blanca Ruiz, encargada de las visitas teatralizadas de "Peregrinando producciones", profundizaba en el tema. "Cuando tenemos muchos días nublados y de lluvias, la gente acaba cancelando planes que podía tener previamente contratados, normalmente actividades de turismo activo y acaba viniendo a Oviedo porque sabe que siempre va a tener un plan alternativo". Y remarcaba algo que ya se está viendo en las calles, que esta segunda quincena de julio la afluencia de turistas ha aumentado "sustancialmente".

Contrastando con las recurrentes y ya manidas quejas de los locales sobre el tiempo, numerosos visitantes disfrutan estos días de la capital. Parejas que, de la mano, pasean por la Plaza Porlier, grupos de jóvenes y familias que se fotografían junto a La Regenta, peregrinos que hacen un alto en el camino para visitar la Catedral o gente del sur de España. Como la sevillana Pepa Borrego, que viene huyendo de un sol, dice, "agobiante".

El mal clima no es problema para los visitantes. Rachel Winter, de paseo por la plaza de la Catedral, ve hasta el encanto en los edificios bañados por el orbayo. "Las calles de piedra son, a su manera, incluso alegres pese a la lluvia".