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Los libros tienen dónde caer en el recuerdo

La ciudad acoge en sus calles diferentes espacios en los que los lectores pueden vender sus obras y comprar libros modernos y antiguos para sus propias bibliotecas

Luis Carrero, dueño de la librería Don Quijote, en su local. IRMA COLLÍN

Oviedo, la ciudad de La Regenta, de Clarín o de Dolores Medio, acoge en sus estanterías desde hace décadas miles de libros que narran la historia de la ciudad y de la cultura española. Adosados unos a otros en armarios o cajas olvidadas, se mezclan desde obras de gran calidad hasta los bestsellers modernos, muchas veces ocultando joyas de la literatura, desconocidas por sus propietarios. Mucha de la gente que decide sacar a los libros de sus baldas lo hace con intención de deshacerse de ellos. Y con intención de dotar a dichas páginas de una segunda vida, existen en Oviedo, varios libreros que se encargan de ello.

"Anticuaria", de José Manuel Valdés, "Don Quijote" de Luis Carrero o "La Cantante Calva", son los espacios identificados por los ovetenses donde adquirir libros de segunda mano, de valor y de viejo. A este grupo, desde el miércoles, se ha añadido "Re-Read", una "semifranquicia", de carácter generalista y "low cost" que oferta todos sus libros al mismo precio.

Entre las librerías con mayor historia de la capital del Principado, se encuentra Anticuaria. Fundada en 1972 por José Manuel Valdés, recoge en su catálogo obras antiguas, agotadas y de lance. Hace más de cuarenta años que Valdés decidió abrir su tienda. Por ella han pasado todo tipo de clientes, incluida "la modernidad".

Apasionado de las obras de calidad, de rarezas, de las primeras ediciones, de sus anotaciones y comentarios, ha logrado acumular en su almacén, sin sitio en la tienda, miles de ejemplares únicos. "En la Felguera había una tienda cuyos dueños eran grandes apasionados de la poesía. Esa librería tenía obras que ni en Madrid habría material tan bueno. Les compré sus fondos", afirma Valdés. Secciones de librerías o bibliotecas de particulares están entre sus adquisiciones. "Un librero de viejo empieza a ser un buen librero cuando pierde su gusto personal. Tras cuarenta y cuatro años de experiencia reconoces el material de calidad", explica sobre su forma de seleccionar sus compras. Entre sus últimas adquisiciones se encuentra la biblioteca de un cliente, un catedrático de literatura. En las primeras páginas de algunos libros se puede leer "comprado en Valdés en 1980". De esta forma adquiere lo que había vendido hace más de treinta años.

Durante décadas, tras el mostrador, ha presenciado el impacto de la informática, de internet y de las nuevas fórmulas de negocio en la venta de libros de segunda mano.

"El mercado funciona como una lonja de pescados, sobre todo en internet; el precio siempre baja y lo hace cada vez más con cada libro que se mete en el circuito; llega un momento en que el precio es ridículo". Esta es una de las razones por las que Valdés ha decidido abandonar los bestsellers y libros modernos de segunda mano para centrarse en la venta por internet de libros antiguos y raros, donde los ejemplares son únicos y respetados por la modernidad, que "sobreestima la novedad y lo último".

Entre sus grandes posesiones, ahora parte de su familia tras habérselo regalado a su hijo, se encuentra "La Guerra", título de Antonio Machado adornado con dibujos de José, su hermano pintor. "El contenido se ha devaluado demasiado, lo único que conserva valor es el soporte", aclara Valdés en referencia a los ejemplares raros.

No era extraño que hace unos años, la formación y carrera de una persona se desarrollara en un mismo lugar, donde se acumulaban los libros al tiempo que aumentaban las competencias, creando así grandes bibliotecas particulares. "Los chavales de ahora estudian en muchas partes. Hoy estás aquí y mañana te mandan a trabajar a Estados Unidos", cuenta José Manuel para explicar por qué la gente no conserva y consume libros como hace medio siglo atrás.

Teórico del comportamiento del mercado, asiste indignado a las nuevas técnicas de venta de lo que antes era parte de su negocio. "No se puede comprar libros con estas fórmulas, un librero debe valorar cada libro que compra o vende", exclama Váldes sobre lo que en su opinión es una falta de respeto vender literatura a precios uniformes, e incluso al peso, "como si se vendiera lana".

Otro lugar donde hacerse con grandes títulos, es el mercado del Fontán. Los domingos se pueden encontrar, al lado de flores y antigüedades, un par de puestos de libros, donde se reciclan obras de todo tipo. Desde bestsellers modernos hasta libros de viejo. Mercadillos en los que, afirma Valdés, logró encontrar obras tan antiguas como un incunable del 1400.

Con un modelo de negocio diferente, en navidades de 2016 aparece en Gijón, Re-Read, la primera tienda de la franquicia en Asturias. Un año y medio más tarde el negocio se ha extendido también a Oviedo. En la dirección de los dos locales, está una antigua maestra de educación infantil, Gloria Alonso. Situado en una de las calles más transitadas de la capital y tras una gran cristalera, se contempla todo el material moderno que reciben, desde grandes de la poesía hasta los bestsellers infantiles.

"Un libro a tres euros, dos a cinco, cinco a diez". Este es el eslogan que promociona a la tienda. "Es una forma fácil de incitar a que la gente entre", explica Alonso. Con las estanterías todavía por llenar, atienden a los clientes y vendedores, ya que la compra de material al público es su forma de abastecer sus fondos. Adquisiciones únicamente a particulares, nada de editoriales, ni al mercado nacional de segunda mano, afirma la gerente.

El negocio, gracias a sus dos nuevas aperturas, ya cuenta con cerca de treinta y cinco locales repartidos por toda España, desde Sevilla hasta San Sebastián, siendo Barcelona donde más se concentran. "No somos una franquicia como tal. Nos dan la marca, la visibilidad, el nombre y el modo de hacer las cosas, pero no compramos nuestro material como si fuéramos una cadena de restauración", matiza Alonso sobre las compras de bibliotecas a particulares, siendo las enciclopedias, por anticuadas, los libros de texto, por el existente mercado consolidado y las revistas, por la baja demanda, las páginas sin cabida en sus librerías de carácter generalista.

Las páginas sin óxido, sin arrugas, limpias y sin amarillear, sin anotaciones y posteriores a 1990 son algunos de los requisitos para que la empresa compre el material a los particulares, siendo la novela narrativa, romántica, policiaca, la historia y la filosofía algunos de los temas con mayor entrada en su negocio, y, a su vez, con mayor salida. "La gente de aquí lee mucho y muy variado, porque un libro sea un pilar de la literatura no tiene porqué gustarte. Si lo quieres vender, seguro que hay alguien a quien le interesa", explica Alonso sobre el fundamento de su negocio.

Los precios de compra, de la marca al particular, por la política de empresa, son exactamente veinte céntimos por obra. Entre las últimas bibliotecas adquiridas se encuentra un particular, cuya biblioteca acogía a 1.500 libros, valorada en total, a veinte céntimos el tomo, en 300 euros. Inversión que se puede recuperar vendiendo 100 libros, como marca uno de los precios de su eslogan, a tres euros cada uno.

Alejados del modelo de negocio de internet, sientan su principal baza en su eslogan, por el que el consumidor puede hacerse con gran cantidad de libros por lo que cuesta una camiseta. "La primera vez que lo vimos fue en Pamplona, nos decidimos por esta fórmula porque es fácil de identificar. No hay que pensar mucho, rápidamente sabes el precio, no tienes que ir por la librería pensando cuánto te va a costar, no tengo que preocuparme de no poder llevarme otro", explica Alonso.

Un local sencillo, con muebles lisos de color blanco y con luces cálidas sobre las estanterías son la parada intermedia entre el particular que lo vendió y el que lo comprará. Es por esto por lo que el diseño del local, a cargo de una empresa especializada, aparece como un elemento más que incita al consumo. "El diseño viene a renovar las tiendas de segunda mano. Da una imagen de modernidad y accesibilidad", reconoce Alonso, quién se define como "algo empresaria".

Este último modelo de negocio se está extendiendo cada vez más por España. La noticia de la llegada a Oviedo, para algunos de los libreros, no es bien recibida. El principal punto de enfrentamiento son las técnicas de venta. Para los más veteranos, como Luis Carrero, gerente de la librería "Don Quijote", desde hace quince años, el nuevo modelo de negocio es "amoral" por los precios tan bajos en los que la empresa compra a particulares los libros. "Parece un gran negocio, no tienen nada que ver con nuestra profesión. No son vocacionales", añade Valdés sobre las técnicas comerciales de vender los libros sin valorarlos de manera unitaria, e incluso por kilos. "Cada uno elige su fórmula. No hay que olvidar que es un trabajo. Como en los montaditos a un euro, en otros sectores se ve mas claro, en la librería, como es cultura, igual está más difuminado", explica Alonso en defensa de su modelo.

Otra de las incógnitas, al menos para Luis Carrero, son los libros de valor. El librero duda por el gran volumen de libros que compran: "Dicen que no les interesa, pero seguro que de todos los libros hay un diez por ciento de valor, los desviarán a otras franquicias". Para el librero de Anticuaria, sobre las obras antiguas, no da credibilidad a que el local no se haga con estas: "Que no se compren libros más antiguos de los años noventa es un disparate. Si se encuentran la primera edición de 'Romancero Gitano' de Lorca, que vale entre 800 y 900 euros, ¿van a decir que no?". Alonso aclara que este tipo de libros no son su mercado y que, en caso de encontrar una obra de elevado valor, deciden "ser honestos, decirles el valor real del libro e indicarle que hay otros cauces para vender su libro".

"Considero que Oviedo... ya está bastante degradada la universidad, estamos funcionando con parámetros muy bajos para permitirnos este tipo de negocio, una cosa es promocionar la cultura y otras es jugar a este juego de este mundo sin principios", comenta, airado, Carrero. Desde el otro polo, la percepción es diferente: "Da igual lo que se lea, da igual que sea 'Crepúsculo' o Galdós, es un ejercicio para la mente, es beneficioso", concluye Alonso.

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