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Los Centros Sociales De Oviedo (I)

El Cortijo más multicultural

Vecinos de diversas nacionalidades comparten el centro social de - La Corredoria, en el que hay numerosos talleres y una emisora de radio

Usuarios de la sala de prensa del centro. DIANA ARANA

Paula BLANCO

En la plaza de los Cuatro Caños, en La Corredoria, los residentes en la zona caminan cada día al lado de un pequeño edificio amarillo que pasa desapercibido a quien no pertenece al barrio. Lo cierto es que tras la puerta con la placa de Centro Social El Cortijo hay una gran finca de 10.000 metros, con dos edificios que todos los días reciben a numerosos vecinos del barrio.

A primera hora de la mañana, Luis Angulo se sienta todos los días en la mesa más cercana a la escalera de la sala de prensa con su periódico y unos cascos para escuchar música. Desde hace seis años, pasa el día en el centro social del barrio. "Vengo por las mañanas a leer el periódico y por la tarde a echar la partida de mus hasta que nos echan", relata.

El único problema de esta "segunda casa" es que cierra sus puertas los domingos en verano. "No es mi caso, pero aquí viene gente muy mayor que no sabe qué hacer un domingo si se tiene que quedar en casa", explica Luis Angulo.

En la planta baja del edificio se encuentra el gran punto de encuentro de El Cortijo: la cafetería. Faustino Fernández es uno de los que llegan pronto para tomar el primer café del día antes de ir a trabajar. Después, vuelve por la tarde a despedir la jornada con un par de vinos con sus amigos. "Siempre estamos los mismos", comenta. Poco después, llega Jesús Pozueco y las rutinas de cada uno se hace visibles. "Ya me estoy poniendo nervioso por no estar en esa silla", bromea señalando el lugar de su compañero. Ambos se describen como "gente de bar" que van "a pasar un buen rato y a reírnos". De hecho, admiten que a veces no saben el nombre de las personas con las que bromean cada día.

En la cafetería hay un espacio cerrado por una valla blanca. Es el reservado para los jugadores de rana, con numerosos títulos en las vitrinas. "La peña vino al centro social en 1997, cuando se deshizo la del Bar México", cuenta Maximino Fernández, encargado de escribir las puntuaciones. Los martes practican y aunque sólo juegan ellos, el resto se asoma siempre a la barra divisoria para ver el juego. También tuvieron algún encontronazo con los niños: "Cuando llovía venían y llenaban todo de gusanitos".

El Cortijo, como todos los centros sociales, ha cogido parte de la esencia del barrio. En sus jardines se puede encontrar cualquier cultura en un ambiente tranquilo. "Es un centro multicultural, pues se juntan muchas personas de distintos países para jugar al dominó y nunca hemos tenido ningún problema", explica Jesús Pozueco.

El momento álgido del centro es por las tardes, cuando se juntan las partidas, a veces algo agresivas, de tute, mus y parchís. Entre el ruido de fichas y el fútbol de los dos televisores de plasma, Konstantin Chakhoyan e Ignacio Bajo juegan al ajedrez con tiempo y mucha concentración cada sábado. "Nos juntamos varios federados. Es un sitio muy tranquilo y la cuestión es pasar un buen rato juntos", afirma Bajo.

En verano, las asociaciones frenan los talleres. Los únicos con actividades son los niños, que juegan en el parque o al "cascayu" en el suelo. Algunos de los cursos más concurridos son los de fotografía, bailes regionales, aerobic y tai-chi, aunque también tienen excursiones como la última a Lugo "para comer pulpo". Y algo excepcional en un centro social es el estudio completo de radio que lleva funcionando unos cuantos años.

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