La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Sidra, mareo y viaje

Una excursión infantil al Naranco fue el inicio de una curiosa peripecia familiar sucedida hace más de medio siglo

Sidra, mareo y viaje

Tendría unos 10 años y por la tarde de un domingo subí con mi hermano al Naranco. Él y sus amigos iban a jugar un partido de fútbol. A fin de remojar los sudores del partido, compraron una caja de sidra, de la cual yo participaba con cierta frecuencia.

La frecuencia era tal, la mía lógicamente, que acabado el partido bajábamos hacia nuestras casas y yo me quejé de que me daba vueltas la cabeza, momento que aprovechó un amigo de mi hermano para decirme: "Cuando pase tu casa, móntate en ella y así llegas enseguida".

Maldita la broma, pero cuando llegué a casa me entró una llorera inconsolable. Nadie se percató que era como consecuencia del exceso de sidra. Es más, pensaron que era por la pena que tenía al irse de viaje a Pamplona mis padres. Yo nada decía y mi hermano menos aún.

Mis padres se iban en el Exprés y con mi abuela paterna. A mi hermano y a mí quedaba cuidándonos la tía Lola, hermana de mi madre. Pero la historia continúa, porque fue llegar a casa la tía Lola y nuestro gato, "Cuco", desapareció del mapa. La extrañó de tal manera que aparecía por la noche para comer y hacer sus necesidades en el cajón del carbón. Durante el día tratábamos de encontrarle infructuosamente. Y solo apareció cuando regresaron mis padres una semana después. Lo encontró mi madre, que conocía las costumbres del gato, en lo que llamábamos el "cuarto de los zapatos", escondido detrás de una gran caja de madera que servía para guardar el carbón excedente de la carbonera situada en el fondo del portal.

Aparte del mal recuerdo de la sidra a mis 10 años, pasados más de cincuenta años de aquella aventura, permanece en mi memoria todo el resto de la historia, de un hermano que se descuidó de mí, de unos padres que se fueron de viaje acongojados por dejarme supuestamente triste y de un gato que no quiso saber nada de la tía Lola.

Compartir el artículo

stats