Un párroco que pisaba el barro
Manuel Barrera, fallecido recientemente, deja un grato recuerdo en Bueño y Ferreros, donde en los 60 plantó cara al Padre Ángel y a Tarancón

Manuel Antonio Barrera, en su residencia de Pravia. / LNE
D. ORIHUELA
En los años sesenta del pasado siglo la distancia entre Las Segadas, donde vivía Manuel Antonio Barrera, y Ferreros, ya en el concejo vecino de Ribera de Arriba, era, lógicamente, la misma que ahora: unos dos kilómetros. Pero la forma de recorrerlos era distinta. Manuel Antonio Barrera, recientemente fallecido, ejerció de párroco en Ferreros desde 1962 a 1972 y recorría aquella caleya, en muchas ocasiones llena de barro, caminando por la noche y en invierno. Caminaba desde Las Segadas para oficiar a las siete de la tarde en la iglesia de Ferreros. Luego se acercaba hasta Bueño, para mantener animadas conversaciones con los vecinos, especialmente con los más jóvenes.
Recordada es la anécdota que le enfrentó al Padre Ángel, protegido entonces por el futuro cardenal Tarancón. En Las Segadas y en Ferreros había poblados chabolistas de portugueses y el Padre Ángel quería dar misa allí. Barrera nunca se opuso pero un día que el fundador de Mensajeros de la Paz no le había informado de que iba a oficiar, hubo un enfrentamiento que aún recuerdan los que estaban allí. Barrera le quitó el cáliz al Padre Ángel en mitad de la misa y éste, que había acudido con el Arzobispo, por aquel entonces Gabino Díaz Merchán, tuvo que refugiarse con él en el coche. Los vecinos del pueblo, férreos defensores de Barrera, la emprendieron a golpes con el vehículo. "No pudieron marchar hasta que llegó la Guardia Civil", recordaba ayer un testigo de aquello con simpatía y sin rencor alguno.
Los jóvenes
Barrera se entendía muy bien con los jóvenes de la zona y organizó con ellos una excursión que les llevó a Madrid, San Sebastián, Bilbao o Santander. En Bilbao el grupo estaba disperso en varios hoteles y el autobús fue recogiéndolos uno a uno. Muchos de ellos se habían dormido aquella mañana y llegaron una hora tarde a recoger al párroco, el último de la lista. Barrera les enseñó lo que era la puntualidad. "Ya que me habéis hecho esperar una hora, ahora vais a tener que esperar vosotros". Dicho y hecho, allí estuvieron más de media hora antes de poder emprender la marcha.
Muchos de aquellos chavales siguieron en contacto con el cura, que se fue de Ferreros en 1972, y acudían periódicamente a visitarle en Pravia.
Manuel Barrera nació en 1932 en Pravia y tras finalizar sus estudios en el Seminario Diocesano se ordenó como sacerdote en abril de 1957. Fue organista de San Isidoro El Real y después, en la Colegiata praviana, donde también ocupó el cargo de coadjutor y vicario parroquial. Su afición a la música fue uno de los mayores amores de su vida. Y son muchos los que aseguran que fue un gran organista.
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