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Una madre denuncia trabas para usar el bus con carritos de bebé

Belén García, que viaja con sus mellizas de 9 meses, critica que los chóferes le niegan el uso de la rampa de minusválidos

Belén García, con sus dos hijas, en la parada de autobús de la calle Llaviada, en La Corredoria. IRMA COLLÍN

La ovetense Belén García denuncia que la empresa de transportes municipal no accede a bajar la rampa de minusválidos para que descienda del autobús urbano con el carrito de gran tamaño en el que lleva a sus dos hijas mellizas de nueve meses de edad. Esta circunstancia, que lleva sucediéndole a García "durante todo el verano", le ocasiona graves dificultades, obligándole a contar con la ayuda de otros usuarios del transporte público para poder apearse del vehículo o a optar por otros medios de transporte, como su coche particular cuando puede disponer de él.

"No entiendo el sistema. Ya me lleva pasando muchas veces que los conductores no me quieren bajar la rampa, porque dicen que solo es para minusválidos", asegura.

García, que suele desplazarse en coche durante el resto del año, usa el transporte público durante el periodo estival para subir desde la calle Llaviada (La Corredoria), donde vive, hasta el centro de la ciudad o para ir a Parque Principado. "Las niñas ahora tienen justo nueve meses, las llevo siempre conmigo y durante el verano, por no coger el coche, nos trasladamos en autobús. Lo solemos coger una o dos veces por semana al menos", relata la ovetense.

Lo que al principio era una negativa educada por parte del conductor, se complicó en ocasiones recientes, con maneras que no considera adecuadas. "Alguna vez, al principio, me bajaron la rampa a regañadientes. Luego, hace un tiempo, dejaron de hacerlo por sistema, aduciendo que por ley no pueden salvo que se baje un minusválido, y ya una de las últimas veces la conductora me lo negó de malos modos", subraya García, que defiende su derecho a poder usar el transporte público en condiciones adecuadas.

Gracias a la gente que viaja habitualmente en el autobús, García puede ir salvando los días. "Piensa que el carrito con las dos niñas pesa una barbaridad. Yo sola no lo puedo subir y bajar, es imposible. La parte buena es que la gente es muy maja y siempre hay alguien que me ayuda encantado. Hace poco, incluso me ayudó una señora que iba con el marido que había sufrido una trombosis. Lo dejó sentado y después vino a ayudarme a mí ", relata.

A pesar de la ayuda que recibe por parte de la gente y de su marido, que también la acompaña en ocasiones, Belén García busca "solución" a una situación que "no es sostenible". Por ello, tiene previsto elevar una reclamación ante la compañía, con el objetivo de obtener lo que considera "un derecho" que le permitiría poder disfrutar de Oviedo con sus niñas y hacerlo empleando el transporte público.

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