Ahora se llama "Storytelling" pero siempre fue tradición oral, contar cuentos e historias. Y el pueblo judío es uno de los que más utilizó este sistema para perpetuarse y transmitir su ideología, así como la idiosincrasia sefardí a lo largo de los siglos. La comunidad judía en Oviedo decidió que la mejor manera de que los ajenos a su cultura tuviesen un primer contacto con ella era contar cuentos. Para ello, abrió ayer las puertas de su casa, la popularmente conocida como "casina del Fontán", para que todo aquel que estuviese interesado pudiese escuchar cuentos de su tradición.

La afluencia de público, y lo pequeño del espacio con apenas 20 plazas, obligó a establecer dos turnos de visita. Los asistentes escucharon lecturas en las que quedaba patente la inteligencia e integridad del pueblo judío. Muchos de esos cuentos tenían como protagonistas a jóvenes que acudían a un rabino pudiendo convertirse en sus discípulos. En unos casos eran desdeñados por su poca capacidad de comprensión y, en otros, acogidos con esperanza.

Como en toda tradición literaria de este tipo, los cuentos tenían una moraleja. Es el caso del joven al que el rabino interrogaba sobre dos ladrones que habían entrado a robar en una vivienda. Habían accedido por la chimenea y uno de ellos llevaba la cara completamente tiznada de hollín y otro no. "¿Quién se lavará la cara?", preguntaba el rabino. El joven contestaba que uno y el rabino le decía que el otro, y le volvía a preguntar para, de inmediato, cambiar su respuestas. Primero el que tenía la cara limpia, luego el que estaba manchado. Y respuesta final: "¿De verdad piensas que uno de ellos hubiese llegado con el rostro limpio al salón de la casa tras entrar por la chimenea?". Todo ello para explicar el Talmud, la obra que recoge, principalmente, las discusiones rabínicas sobre leyes judías.

Los asistentes descubrieron también el sentido del humor de los judíos y que su pueblo tiene su particular Lepe, la villa de Chelm, blanco de las sátiras y los cuentos más irónicos.

En esta villa se desarrollaba otro de los cuentos que se leyó en la jornada de ayer y que narra la conversación entre un judío pobre y un rey. Una auténtica joya de la ironía.

Además de la lectura de cuentos, los interesados recibieron explicaciones de todo lo relacionado con el mundo judío por parte de Aida Oceransky, presidenta de la comunidad israelita de Asturias, y sus colaboradoras.