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Un ovetense en el corazón del éxodo en Bangladesh

Con 20 años en la gestión humanitaria, Fran Rodríguez se hizo cargo de la misión de Médicos Sin Fronteras en el campo rohinyá

Francisco Rodríguez, en los campos de refugiados de Bangladesh. LNE

Fran Rodríguez es capaz de poner en marcha y mantener en funcionamiento en menos de 48 horas el operativo de Médicos Sin Fronteras en medio de una crisis humanitaria. Llega a su destino y lo mismo se ocupa de negociar con las autoridades estatales que con los líderes religiosos o los consejos de ancianos, de contratar al personal autóctono, de pagar los alquileres de las viviendas de los trabajadores, conseguir camiones y material para poner en pie un hospital de campaña. Durante los veinte años que lleva en Médicos Sin Fronteras lo ha hecho en muchos lugares del mundo y hace unos meses viajó a los campos de refugiados de las población rohinyá en Bangladesh, donde permanecen hacinadas y sin certeza alguna sobre su futuro 900.000 personas.

El economista, natural de Ponferrada pero con residencia desde 1996 en Oviedo, la ciudad donde ha nacido su hijo, dedicó ocho años de su vida, entre 1999 y 2007, exclusivamente a ese trabajo. A partir de entonces lo alterna con la docencia, como profesor de Secundaria, y suele asumir una misión una vez al año. En julio regresó de Bangladesh, después de tres meses intensivos, con jornadas laborales de hasta 12 horas, sin descanso y bajo presión.

Se encontró a una población aterrada, que ha tenido que salir huyendo de Myanmar ante la violencia con la que estaba siendo hostigada por el ejército y que sobrevive en unas condiciones sanitarias infrahumanas, a la espera de que se les resuelva el estatuto de refugiados y temiendo que se les obligue a regresar a Myanmar. Médicos Sin Fronteras estaba al tanto del acoso a esa minoría, de religión musulmana en medio de territorio budista, que se remonta a la descolonización inglesa y el éxodo no fue una sorpresa.

Salud mental y violencia

Las diarreas son, con las enfermedades de la piel y respiratorias, los problemas médicos más frecuentes, consecuencia de las pésimas condiciones de vida. Fran Rodríguez comenta que a eso hay que añadir, en época de monzones, los accidentes por derrumbes o aplastamientos. "Bangladesh llevó a los rohinyás a colinas para evitar las inundaciones, pero para instalarse tuvieron que cortar toda la vegetación, y la lluvia arrastra el terreno. Es muy peligroso", comenta.

Con todo, cuenta que lo más preocupante es la salud mental de una población que "no es dueña de su vida". También la violencia. "Los campos de refugiados son espacios de violencia. Las noches son muy peligrosas", relata, y las peor paradas son las mujeres. Cuenta que desde hace años, Médicos Sin Fronteras reserva en sus hospitales un lugar específico para atender las secuelas de las víctimas de violencia sexual.

Nunca ha sido testigo de casos de abusos por parte de cooperantes, como los que han trascendido a la opinión pública en los últimos meses, pero admite que "en una organización tan grande no son descartables. Los cooperantes no estamos libres de las miserias humanas".

Aunque no interviene directamente con la población, Fran Rodríguez regresa de cada viaje algo tocado, además de extenuado: "Estar acostumbrado a esas situaciones no te evita el impacto emocional o sentir rabia".

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