"No hay literatura ni arte sin dolor, que es un sentimiento inherente al ser humano". Así lo dijo ayer en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA José María Fernández Cardo, catedrático de Literatura Francesa de la Universidad de Oviedo, quien añadió que el escritor se enfrenta a un proceso doliente frente a la página en blanco que hay que llenar.

Fernández Cardo fue uno de los ponentes en la mesa redonda "Palabras para el alma: la expresión del sufrimiento en la literatura", moderada por la profesora de Literatura Española María Martínez-Cachero y enmarcada en los actos realizado con motivo del Día Mundial de la Prevención del Suicidio. Fernández Cardo aludió a Baudelaire, Zola y a Louis Ferdinand Céline, en cuya obra era experta Dalia Álvarez Molina, fallecida hace unos meses, a la que quiso recordar, "porque ella sí que sabía de dolor", aseguró.

Para José Luis García Martín, profesor de Literatura Española, "el dolor nos deja mudos; quien siente el dolor no sabe llorar, es como una especie de anestesia; los escritores son las plañideras de la Humanidad y la literatura no debe considerarse un desahogo", explicó.

Emma Piquero Álvarez, profesora asociada de Literatura Alemana, se detuvo especialmente en Goethe y "Las penas del joven Werther", la obra cumbre del periodo prerromántico alemán, en la que los personajes hablan explícitamente de suicidio y expresan dos visiones contrapuestas.

Juan Tazón Salces, profesor titular de Literatura Inglesa, tomó como ejemplo el "Hamlet" de Shakespeare, todo un canto a la pena y el dolor, en cuyas páginas queda claro que el impacto de la pena puede alterar el curso de una vida.