Sebastián Guillén vive en la urbanización "Puerta de Oviedo", al final de la calle Fuertes Acevedo, y lleva un poco más de un año utilizando un carrito eléctrico a consecuencia de sus problemas de salud. Por si eso no fuera poco, las barreras arquitectónicas que rodean su casa le obligan a librar una batalla diaria contra el peligro. No en vano, cada vez que quiere salir de casa se ve obligado a circular con su pequeña "scooter" entre la maraña de coches que suelen concentrarse en una zona en la que el tráfico es bastante denso, sobre todo a ciertas horas del día. "Este problema hay que solucionarlo cuanto antes porque cualquier día me va a llevar un coche por delante", denuncia Sebastián Guillén.

Los quebraderos de cabeza de este hombre comienzan al bajar la cuesta que da acceso a Fuertes Acevedo desde la urbanización en la que vive. Al terminarse la cuesta hay un paso de cebra, pero el bordillo que lo une con la acera no está rebajado y por lo tanto no puede incorporarse para circular por un lugar seguro. "Tengo que salir a la carretera sin ninguna seguridad y enfrentándome a los coches, que en ocasiones vienen a mucha velocidad. Hay que recorrer un trayecto de unos cien metros por lo menos para poder subirte a una acera", señala Guillén.

Y es que la primera rampa de acceso a la seguridad de la acera está ubicada en la Plaza de Occidente, concretamente en el cruce de Fuertes Acevedo con la calle Catedrático Rodrigo Uría, un poco más abajo del hotel La Gruta. "La verdad es que es un riesgo tremendo. Cada vez que sale de casa estamos pendientes porque nunca sabemos lo que puede pasar. Lo lógico sería que el Ayuntamiento tomase una medida de urgencia para evitar posibles accidentes", solicita Carmen Iglesias, la mujer de Sebastián Guillén. "Además no es el único que sufre este problema, cualquiera que pase por aquí en su misma situación también tendrá que salirse a la carretera. Unos vecinos nuestros tenían a un familiar en silla de ruedas viviendo con ellos y tuvieron que irse de alquiler hasta que el hombre falleció", añade.

El problema de los accesos a las aceras no es el único con el que se encuentra Sebastián Guillén. La que hay junto a su casa, además de no contar con ninguna rampa, se estrecha en un tramo hasta tal punto que no cabe ni siquiera un carrito de bebé. Por otro lado, en medio de esa acera se ha instalado un semáforo que reduce el paso aún más. "Nosotros pagamos los mismos impuestos que en la calle Uría y exigimos los mismos derechos. No podemos seguir soportando esto durante mucho más tiempo", subraya Carmen Iglesias.