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El motor de una barra histórica

Eduardo Álvarez coordina las 20 horas de trabajo diario de los 24 voluntarios del chiringuito de La Guinda

Eduardo Álvarez echando una caña en el chiringuito de La Guinda. MIKI LÓPEZ

A sus 71 años, Eduardo Álvarez demuestra día tras día de las fiestas de San Mateo que continúa en plena forma. El presidente de la asociación cultural Vetusta es el principal encargado durante los diez días de festejos de coordinar el buen funcionamiento del chiringuito de La Guinda. Su principal cometido es el buen engranaje de una maquinaria de 24 voluntarios cuya actividad comprende desde las ocho de la mañana hasta pasadas las cuatro y media de la madrugada para que todo el mundo se vaya satisfecho de su barra.

La relación de Álvarez con el chiringuito histórico se remonta a sus orígenes allá por el año 1983. "Al principio era una casetina con cuatro gatos promovida por la AMSO (Agrupación Municipal Socialista de Oviedo) y entrabas a colaborar bajo las órdenes de los afiliados veteranos", recuerda.

Trabajador primero en la fábrica de armas de Trubia y luego al frente de una agencia inmobiliaria, la implicación de Álvarez con el chiringuito fue creciendo, a pesar de sus compromisos laborales. "Siempre buscaba la forma de escapar un rato ", indica. La relación con La Guinda se hizo más intensa a partir de 1996. "Por aquel entonces se dio una vuelta al chiringuito y comenzó a parecerse a lo que ahora conocemos", cuenta sobre la oferta gastronómica y las dimensiones de la caseta.

Desde hace dos años preside la asociación cultural Vetusta por imperativo de la norma autoimpuesta del colectivo de limitar el cargo a tres años. Ahora reposa sobre sus hombros la principal responsabilidad de que todo salga bien, aunque se siente respaldado por los 24 voluntarios incondicionales del establecimiento. "En principio se hacen dos turnos, uno de 18 a 23 horas y de 23 horas a cierre, pero solemos ser más flexibles", explica.

Su jornada puede llegar a ser en ocasiones mucho más larga. Comienza en torno a las ocho de la mañana recibiendo la mercancía de los proveedores para posteriormente rellenar las neveras vacías de la noche anterior. Luego ayuda en la medida de lo posible a los cocineros, quienes al mediodía comienzan a cambiar el aceite a las freidoras. De ellas salen los calamares de los afamados bocadillos de La Guinda y a los responsables de las planchas que empiezan a cortar y preparar los chorizos para su preparación.

Para compensar la falta de sueño nocturno, Álvarez intenta buscar un paréntesis en el horario diurno. "Si puedo me escapo a las dos de la tarde y hasta las ocho no vuelvo, pero eso no es posible todos los días", recalca, apuntando a las vísperas de festivos como las jornadas de más trabajo y menos horas de sueño.

La dedicación va más allá de los días de San Mateo. Un mes antes, la directiva del colectivo Vetusta inicia los preparativos de todo. "Negocias con proveedores y tratas de buscar novedades visitando otros eventos como la Feria de Muestras o la Semana Negra", sostiene acerca de unas innovaciones que se han dejado notar con el paso de los años.

Todo ello para lograr una recompensa incuantificable. "Es increíble el número de gente que aplaude nuestro trabajo y nos conoce y la pena es que son tantos que muchos ni los recuerdas", apunta Álvarez, destacando como clientes incondicionales al expresidente del Principado Pedro de Silva. "No falla ni un año visitando el chiringuito para comer un bocadillo y saludarnos", comenta agradecido el directivo.

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