Las intenciones de la noche más sureña de la programación mateína quedaron más que claras cuando, Tomasito, a priori el más desconocido de la noche del viernes, puso a saltar a una plaza de la Catedral entregada. Tras él, la prometedora Soleá Morente cumplió, a secas, a medida que la plaza se iba llenando. Quizás el show, que si bien no decepcionó, nunca llegó a tocar un punto de estrella -ni de Estrella (su hermana)-, porque el público no era el suyo. En la "mejor" programación musical en años y en la "más variada" el público, siempre soberano, demostró que lo que quiere, en cambio, es "Camela".

Los dos miembros de la formación de ese género musical único, extraño y exitoso, algo definido como "tecnorumba", muestran una doble cara que retraba perfectamente un técnico anónimo de los que se acumulan en el escenario de la Catedral. Dos comentarios completamente opuestos y a la vez acertados, "La verdad es que imponen" y "se les ve que son gente muy llana, muy sencilla, muy de verdad". Puede que ahí radique el secreto del éxito, de Dioni y Miguel para congregar, tras tantos años de ininterrumpida carrera musical, a más de 5.000 personas en la plaza de la Catedral. En esa ambivalencia, de ser uno más y uno entre un millón.

Se puede justificar la afluencia diciendo que fue el día grande o que fue gratis, pero, hasta ahora, solo ellos (y los leoneses "Café Quijano") consiguieron cerrar la plaza. Ni siquiera "Izal" y sus 98.000 euros de caché, ni "Sidecars" y su infalible fórmula de música adolescente, ni Oumu Shangare con un planteamiento musical impecable. Ninguno se acercó a la situación de ayer, en la que no cabía un alfiler.

Desde el primer minuto, con "Me metí en tu corazón" se vio la completa entrega del respetable, que coreó cada línea, cada frase y cada palabra de la formación madrileña. Y, como no podía ser de otra forma, se despidieron con su gran éxito "Cuando zarpa el amor" aunque no zarparon muy lejos, ya que ayer volvieron a actuar en Panes.