La diseñadora Ágatha Ruiz de la Prada estaba ayer resplandeciente con un vestido de corazones pistacho y rojo y unos refulgentes zapatos fucsia. Es una mujer nueva tras el convulso divorcio del periodista Pedro J. Ramírez, del que fue pareja 30 años. Ayer lo demostró en Oviedo, donde recogió el premio al Diseñador del Año que concede la Asociación de Diseño y Moda de Asturias (Adymo),

También fueron galardonados, en la vertiente local, el comerciante Luis Bobes, propietario de la sombrerería Albiñana, y en Comunicación el veterano periodista Enrique Suero, conocido como Javier de Montini, exdirector de la revista "Lecturas", un nombre de referencia en la historia reciente de la prensa "rosa" en España.

"Después de la sorpresa de mi divorcio, una traición horrible, me encuentro en un momento estupendo, en gran parte gracias al apoyo de mis hijos, Tristán y Cósima, unas buenísimas personas". Tristán dio ayer fe de ello acompañando a su madre en todo momento durante el acto que se celebró en el Hotel de la Reconquista. A ella no se le borró la sonrisa, a pesar de que muchos interrumpían la conversación para decirle lo espectacular que está.

La alegría de Ruiz de la Prada también se debió al hecho de recibir un premio en Asturias. "Llevo muchos años viviendo por temas profesionales y al final acabas haciendo amigos; me gusta mucho Asturias". Por si fuera poco, la directora de comunicación de su firma es asturiana, algo que influye para que el Principado esté siempre muy presente en la agenda de la marquesa de Castelldosríus y baronesa de Santa Pau.

Ágatha Ruiz de la Prada destacó en la movida madrileña por la originalidad de sus trabajos, algo que no era lo esperado de la hija del arquitecto y aristócrata Juan Manuel Ruiz de la Prada y Sanchiz, y de la aristócrata catalana, María Isabel de Sentmenat y Urruela. Ruiz de la Prada se siente orgullosa del imperio que ha logrado construir y también de lo que significa España en el mundo de la moda. "Tenemos las mejores empresas de moda del planeta y eso debemos llevarlo muy a gala", indicó ayer en su visita a la capital asturiana.

Su nombre lo escribe con la "h" intercalada, como le enseñaron sus padres de pequeña. Comenzó a los 20 años a trabajar como ayudante en el estudio madrileño del modisto Pepe Rubio. Un año después, realizó su primer desfile en un centro de diseño de Madrid y participó en un desfile colectivo en el Museo de Arte Contemporáneo de Madrid.

Tan solo un año después de estrenarse en el mundo de la moda, Ágatha abrió su primera tienda y expuso trajes pintados. "Mi diseño es conceptual. Si eliminamos todo lo superfluo llegamos a la conclusión de que la moda ha de ser cómoda: cómoda para el cuerpo y para la mente, cómoda para quien la lleve y la mire, y cómoda de fabricar y destruir". Ella siempre es fiel a su filosofía, que se refleja en sus diseños. Ayer volvió a demostrarlo.