Bajo el paraguas de la Noche Blanca el arte volvió a llenar Oviedo de gente. Hubo colas a las puertas de la Catedral hasta bien entrada la noche, en el Monasterio de San Pelayo que daban la vuelta hasta la calle Jovellanos, la Fábrica de Armas se llenó casi de inmediato... La lluvia no resultó ser demasiado disuasoria y como la mayor parte de las actividades discurrían bajo techo, el agua y el frío no supusieron un gran problema.

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Los primeros en salir de Noche Blanca fueron los grupos familiares. A las cinco de la tarde comenzaron los cuentacuentos en el Conservatorio de Música y tanto en el primero como en el segundo pase hubo lleno.

A media tarde, los ovetenses ya empezaban a deambular por la ciudad en busca de las sedes de la Noche Blanca. Muchos cargaban con la cámara de fotos, probablemente con la intención de concurrir al concurso que la organización convocó en las redes sociales. Una pegatina con el distintivo de la Noche en el suelo, ante cada uno de los edificios donde había actos programados, iba marcando el camino. Algunas personas empezaban a llegar antes de tiempo y aprovechaban para conocer las colecciones de museos como el Bellas Artes o el Arqueológico.

En este último, hasta donde se acercó el consejero de Cultura, Genaro Alonso, la Escuela de Arte de Oviedo presentó el montaje "Germinatios", con pinturas sobre el suelo y sonidos de pájaro que daban al claustro de San Vicente un aire un tanto selvático. Un conjunto de cuerda interpretaba el "O Sole Mio" en el auditorio y se sucedían los itinerarios guiados por el interior. El director del Museo, Ignacio Alonso, no notó ninguna merma de gente respecto al año pasado a pesar del mal tiempo.

En las naves de la Fábrica de Armas se presentaron intervenciones artísticas de vanguardia, que no siempre eran apreciadas. Alguno de los visitantes salió del espectáculo de danza y música de la nave del fondo comparándolo con una "charlotada", otros contemplaban absortos las extrañas evoluciones del bailarín y el percusionista. En la nave del claustro se proyectó durante toda la noche un vídeo de una humeante bandera que iba girando y deshaciéndose con el viento.

Otro de los éxitos fueron las actividades participativas, como la ruta de la Revolución del 34, con grupos de más de 60 personas, o el cluedo de la Regenta, para el que se recibieron tantas solicitudes -más de 250 correos, pidiendo plaza para varias personas en cada uno- que los organizadores ya están pensando en nuevas convocatorias. Unos de los inscritos en el juego, que consistía en descubrir al supuesto asesino de la Regenta y que se disputaba por equipos, era el "showman" Rodrigo Cuevas.

La plaza de la Catedral fue durante la primera parte de la Noche el centro neurálgico de la movida artística, allí coincidieron varios grupos de visitas guiadas y las enormes colas a las puertas de la basílica, donde el coro "El León de Oro", de Luanco, dio dos recitales.

En la Universidad, en el edificio histórico de la calle San Francisco, la gente entraba y salía, para dejarse curar con los cuentos susurrados, conocer la obra de Mabel Lavandera o rendir culto a Leonard Cohen.

También las galerías de arte se sumaron a la Noche Blanca, abriendo hasta la madrugada y ofreciendo actividades. En Decero, la sala que regenta Marta Fermín, Diego Ramos presentaba su exposición "Espacio-tiempo", Marco Martínez dio un concierto de jazz y se organizó un taller de serigrafía.