Miguel Ángel Llamazares es misionero, ha pasado años en Kenia y dos décadas en Filipinas. Ayer visitó Oviedo para presentar la jornada del Domund, que organizan las obras misionales pontificias y que se celebrará el domingo. La intención es recaudar lo máximo posible para colaborar con los 147 misioneros asturianos que trabajan en 40 países.

- ¿Qué significa ser misionero en pleno siglo XXI?

-Sigue siendo un reto, aunque la figura del misionero está perdiendo protagonismo en beneficio de las iglesias locales; los misioneros estamos casi de apoyo.

- Entonces, ¿han logrado su objetivo?

-Sí. Hace décadas, el misionero lo que hacía era dar forma a la iglesia local y ahora lo que se hace es colaborar con ellos.

- ¿Cómo es la relación de las misiones religiosas con las ONG?

-Todo suma. A veces pueden surgir algunos roces, pero sin mucha importancia.

- ¿Cuando un misionero está en un lugar de conflicto o de crisis humanitaria se olvida un poco de su compromiso religioso al tener que atender necesidades más perentorias?

-La misión nace de un compromiso solidario y un sentimiento de seguir a Jesús. Nosotros somos parte de ese gran barco que es la Iglesia y hay de todo, desde el capitán hasta el que aprieta los tornillos. Es cierto que a veces la prioridad es qué vamos a comer mañana, pero eso también es predicar el Evangelio.

- ¿Son los misioneros una de las partes de la Iglesia mejor consideradas por la sociedad?

-Los misioneros son personas que están en los lugares en los que las personas están en situaciones límite, en condiciones muy críticas y de conflicto, y ellos deciden quedarse allí para ayudar aunque sólo sea con su presencia. También hay mucho reconocimiento social para Cáritas. Cuando lo más duro de la crisis golpeó en España yo estaba en Filipinas, pero Cáritas ayudó a muchas familias en España y ahora mismo tiene mucho reconocimiento.

- ¿Y qué se aprende viviendo en esas situaciones límite?

-Te da otro talante, se aprende mucho, te ayuda a relativizar, aunque eres consciente de que aquí también hay problemas reales. Perder el trabajo, por ejemplo, es un problema enorme, pero en España, en Europa, hay unas coberturas sociales muy importantes.

- Es lo que buscan los inmigrantes que llegan a Europa, esa respaldo del Estado del bienestar.

-El ritmo de vida que llevamos en Europa no es sostenible, pero es muy atractivo para esa gente. Lo que tenemos que tener claro aquí es que el mundo en el que vivimos es de todos. En Europa hay inmigración, pero en África hay muchísimas más migraciones internas, Uganda recibe a decenas de miles de personas de Sudán o del Congo.

- ¿Cuál es la solución a la inmigración?

-No sé cuál es la solución, lo que sé es cuál no es. Cerrar fronteras y levantar muros no es la solución. La gente no debe morirse por intentar cruzar una frontera.

- ¿Hay que lograr que no quieran salir de sus países?

-Hay un concepto que tenemos que tener muy en cuenta: la justicia histórica. Europa es lo que es por el expolio que ha hecho y sigue haciendo en África.