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JAIME MARTÍNEZ GONZÁLEZ DEL RÍO | Presidente de la Ópera de Oviedo, ha anunciado que no repetirá en el cargo

"Estoy orgulloso de que la ópera haya llegado al gran público en toda Asturias"

"El momento más duro fue, en la crisis, tener que bajar el sueldo a todo el personal que trabajaba en la oficina"

una noticia muy comentada. MIKI LÓPEZ

Jaime Martínez González del Río no seguirá al frente de la Ópera de Oviedo. Aún no sabe la fecha de salida -el próximo año toca renovar la directiva-, pero sí que "iba siendo hora de dejarlo hace mucho tiempo". Lleva quince años al frente de la Asociación de Amigos de la Ópera de Oviedo y, por tanto, de la Fundación que organiza la temporada lírica ovetense. Ayer tenía fiebre, pero como buen médico -uno de los mejores de España en la especialidad de neumología- sabe cuidarse y capear un resfriado para hacer repaso a tres lustros en los que ha compatibilizado su trabajo en el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), en el Centro Médico y en la Facultad de Medicina con la intensa actividad al frente de la ópera.

-¿Se pueden resumir estos quince años?

-No es fácil. Me quedo con la sensación de haberlo hecho lo mejor posible. Llegué en septiembre de 2003, tres meses después que el director artístico, Javier Menéndez. Habían acordado que yo fuese el presidente y él me comentó el proyecto que tenía: me pareció fenomenal. Me he llevado siempre muy bien con Javier en lo personal y en lo profesional, jamás hemos tenido ningún problema.

- ¿Coincidían las propuestas de la dirección artística con las de la directiva de la Fundación?

-Sí. Hubo una suma de esfuerzos.

-¿Qué hablaron aquellos días de hace quince años?

-Trazamos un proyecto a largo plazo. La ópera era la gran desconocida de Oviedo y queríamos demostrar que no era sólo para gente con una sensibilidad especial o para las élites sociales. La ópera se disfruta si te gusta, como cualquier manifestación artística. Es música, teatro, canción y la historia que cuenta. Sabíamos que la ópera es un virus que se extiende, un virus bueno, y es lo que queríamos.

-¿Lograron enganchar a gente joven?

-En la última etapa sí que se está logrando. Ha sido muy importante proyectar las óperas en pantalla gigante, como se hace en la plaza del Ayuntamiento de Oviedo, y también hacer cinco funciones de cada título y no una o dos. Estoy muy orgulloso de que la ópera llegue al gran público, y no sólo en Oviedo, sino en muchas localidades asturianas donde han tenido la oportunidad de ver ópera en directo en pantalla grande. Tengo una anécdota muy especial. Cuando en 2012 hicimos "Peter Grimes" vino el tenor australiano Stuart Skelton, que es jugador de rugby. Invitamos a veinte jugadores del Oviedo Rugby (del que Jaime Martínez fue presidente) al ensayo general. Salieron encantados y muchos de ellos son ahora abonados de la Ópera de Oviedo.

-¿Y usted cómo llegó a la ópera?

-Me llevaba mi padre desde niño. A mis compañeros de clase les parecía rarito que fuese a la ópera y yo les explicaba que no iba obligado, que me gustaba. La ópera es importantísima dentro de la educación musical y debemos tener en cuenta que en Oviedo tenemos esa importante tradición lírica, la temporada más antigua de España después de la del Liceo de Barcelona.

-¿En qué momentos se ha emocionado durante una representación en el Campoamor?

-El final de ese "Peter Grimes" fue impresionante. Recuerdo también "La Traviata" con Ailyn Pérez. Disfruté muchísimo de "Tristán e Isolda". "Ariodante" me pareció una maravilla. El final de "Genufa" o cuando hicimos "Norma". Son escenas que no se te olvidan nunca.

-Hablaba de la tradición lírica de Oviedo, una ciudad con dos orquestas, la OSPA y Oviedo Filarmonía.

-Hay que estar orgullosísimos del trabajo que hacen, de su esfuerzo y de su calidad. Lo mismo que el Coro de la Ópera de Oviedo, que tiene un mérito extraordinario.

-Su esfuerzo no ha sido poco.

-Yo me siento heredero del esfuerzo ímprobo que hicieron mis predecesores en los últimos 71 años. Por Oviedo han pasado Pavarotti, Alfredo Kraus, Montserrat Caballé...

-¿Cuáles han sido los momentos más duros?

-Más que momentos duros ha habido anécdotas. Tener que bajar al camerino antes del estreno a tranquilizar a un cantante porque había algún problema, o una vez que tuve que ir al Campoamor a hablar con un director de escena alemán. En su propuesta había una bacanal, que en Alemania podía estar muy bien pero en Oviedo no encajaba; tuvimos que pedirle un poco de moderación, lo aceptó sin problemas y cambió algunas cosas. También padecí alguna crítica exagerada o molesta. Sí que ha habido malos momentos en la gestión. La crisis económica me obligó a bajar el sueldo a todo el personal de la oficina y no me hizo ni la más mínima gracia, aunque lo aceptaron con profesionalidad.

-Hablando de dinero y de subvenciones públicas, ¿cómo ha sido su relación con las administraciones, Ayuntamiento, Principado y Ministerio de Cultura?

-Desde 2009 a 2016 las subvenciones bajaron un 60 por ciento. Llegó un momento en que devolvíamos más de IVA que la ayuda que recibíamos. Ahora, los cinco grupos políticos del Ayuntamiento aprobaron por unanimidad la subvención, la ayuda de la Consejería podría mejorar y con el Ministerio está mejorando. Lo ideal sería llegar al medio millón de euros de ayuda de cada subvención. En porcentaje somos la temporada de ópera de Europa que menos ayudas públicas recibe.

-Es un médico de enorme prestigio, ¿cómo ha compatibilizado las dos cosas?

-Lo primero siempre ha sido mi profesión. La profesionalidad del equipo de la ópera ha ayudado mucho.

-¿Y la familia?

-Es una parte importante de esta decisión, hace ya mucho tiempo que iba siendo hora de dejarlo.

-Seguirá asistiendo a la ópera.

-Sí. Tengo mi abono, las butacas 2 y 4 de la fila 10. Ahora podré ir con Susi, mi esposa, y disfrutar.

-Y se sentará. Su imagen viendo el espectáculo de pie en el palco es un clásico del Campoamor, ¿por qué lo hace?

-Me pongo en la segunda fila del palco y si estoy sentado sólo veo un tercio del escenario. Ahora podré ver el escenario entero.

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