Estrenar la temporada de amagüestos en un día soleado y apto para el terraceo bien merece unos minutos de espera. Eso debieron de pensar los cientos de personas que al mediodía de ayer abarrotaron la calle Gascona durante apenas tres horas para arrasar con una tonelada del fruto seco ofertada por doce establecimientos hosteleros de la zona, así como un millar de litros de sidra dulce recién mallada.

"Es una tradición y encima sirve para pasarlo bien con los amigos", dijo el joven Mario Gago con la intención de explicar sus motivaciones para estrenarse en la ya clásica cita celebrada cada año de manera ininterrumpida por estas fechas desde hace tres lustros. Gago se rodeó de sus amigos Roberto Martín, Beatriz Valle, Emma Domínguez y Saúl García y por el módico precio de cuatro euros por cucurucho pudieron comer las primeras castañas del año.

Desde bien temprano, un grupo de expertos en el arte de la preparación de las castañas asadas se encargó de abastecer los puestos de los doce hosteleros organizadores. Una pila de leña acumulada en el interior e una furgoneta fue menguando al mismo tiempo que grandes calderos cargados del fruto seco iban saliendo con destino a los puntos en los que decenas y decenas de personas hacían cola. "Es un poco pesado por la espera, pero unas ricas castañas bien lo merecen", declaró Mari Luz Iglesias, quién desde hace cinco años no falla a la cita con un grupo de amigos.

La sidra recién mallada y gratuita fue otro de los reclamos y estaba tan buena que alguno incluso repitió, eso sí, pasando antes por caja para abonar los cuatro euros de un nuevo cucurucho. "Aunque ya estoy lleno las compro por hacer algo de gasto porque esta gente lo merece", indicó el ovetense Constantino García en un gesto de agradecimiento al desempeño de los negocios promotores del evento.

El buen comer y beber no fue el único reclamo de una jornada claramente festiva. La música de la banda "La Xarangana" y la comparsa de gigantes y cabezudos arrancaron los aplausos espontáneos de algunos asistentes que venían con ganas de pasárselo bien. "Echay un culín a esi chaval que toca que mete mieu", espetó con un potente chorro de voz un hombre especialmente entusiasmado con la celebración.

Algunos no ocultaron cierto agobio tras echar casi media hora en cruzar la calle de arriba a abajo. "Hay demasiada gente para mi gusto, pero supongo que se debe al tirón de la celebración y eso siempre es bueno", admitió Geli Coya, una asidua de Gascona llegada directamente de Gijón para paladear los sabores de la hostelería ovetense. "Las castañas son para abrir boca, luego caerá sidra de la otra y posiblemente un cachopo", comentó Coya con humor.

El balance fue muy positivo por parte de los hosteleros, totalmente convencidos de seguir manteniendo el amagüestu en los próximos años, vistos los resultados. "Son muchos años y la fiesta está muy consolidada ya", indicaron fuentes del colectivo del bulevar de la sidra, que con esta cita y otras ya consagradas como la Preba de la Sidra, San Mateo o los cantares de chigre es ya toda una referencia de la "folixa" ovetense. "Entiendo que haya algunas quejas, pero los vecinos tienen que entender que esto da trabajo y diversión a la gente", defendió Julio Martínez, vecino del centro de la ciudad, tras rematar su último poso de sidra dulce.