Muchas personas se esfuerzan por mantener un alto nivel de perfeccionismo, pensando que es similar a la eficiencia o la efectividad. Sin embargo, ese deseo de realizar un trabajo impecable y un rendimiento perfecto puede ser realmente perjudicial para quienes lo practican.

Así lo pusieron ayer de relieve en un repleto Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA Raquel Baeza y su equipo de psicólogas, que intervinieron con el psiquiatra Ángel García Prieto, todos ellos del Centro Médico de Asturias. "El perfeccionismo es una de las principales fuentes de angustia y estrés; la obsesión por lograr objetivos siempre altos, hacer depender el valor personal de los resultados y no del esfuerzo y estar muy pendiente de lo que los demás dicen de nosotros genera angustia", recalcó Baeza. Ante ese modo de proceder, la psicóloga aconsejó dar prioridad a la familia y a los amigos y buscar un perfeccionismo sano.

Sheila Leal recalcó que la baja tolerancia al fracaso que tiene el perfeccionista le lleva a querer compensar de algún modo ese sentimiento de inferioridad. "Siempre piensa en términos de todo o nada y lo malo lo considera catastrófico".

Paula Rozada centró su intervención en la adicción que generan las nuevas tecnologías. "Tenemos que plantearnos qué nivel de atención prestamos a otros niveles de nuestra vida; una excesiva atención a la vida virtual puede acarrear un empeoramiento del nivel laboral o académico; es bueno cargar el teléfono fuera del lugar de descanso y desconectar el wifi". Alba Alonso abundó en las ideas expuestas por sus compañeras de mesa y también alertó de los peligros del perfeccionismo, que en realidad bloquea a las personas. Ángel García Prieto lamentó la obsesión de la sociedad actual por la excelencia. "Nos bombardean con el mensaje de que todo tiene que ser excelente y realmente excelencia hay poca, lo normal es ser normal". El psiquiatra también alertó del error de confundir el perfeccionismo con el orden o con el trastorno obsesivo-compulsivo.