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Botas para andar en familia | Por tierras de Caso

Redes envuelve al caminante

El otoño es la época ideal para visitar uno de los mejores hayedos de España y el circo de Brañagallones, en el corazón del parque natural

Panorámica del Parque Natural de Redes A. A.

El otoño es la época donde los hayedos se inundan de colorido, con multitud de tonalidades rojizas, amarillentas, verdes y marrones, que con los contrastes entre los tonos pardo rojizos de las hojas, el verde de los musgos y el gris de la caliza los proporcionan de un ambiente ensoñador.

Asturias cuenta con algunos de los hayedos mas importantes de España. Uno de ellos se encuentra en el Parque Natural de Redes, en cuyo corazón se ubica el Circo de Brañagallones. A él se llega por una pista forestal que sale desde la localidad casina de Bezanes. A lo largo del ascenso se ve el hayedo, a los pies del pico La Peña el Viento, en la cabecera del Valle del río Monasterio.

El camino llega a la parte baja de Brañagallones, donde se encuentra situado, en un montículo el Refugio regentado por la Federación de Montañismo del Principado de Asturias, que actualmente tiene grandes problemas de conservación. El tejado presenta signos de descomposición; muchas losas de pizarras han desaparecido, y se están levantando las cumbreras y las limahoyas.

La vega se encuentra delimitada por hermosas cabañas de piedra y alguna con el tejado de llábanas de madera, al este y al cobijo del cordal que une el Pico el Canto del Oso con el Porrón de la Cerrosa, con laderas cubiertas por hayedos.

Desde el refugio se obtiene una excepcional vista de la vega. Desde allí se camina hacia la entrada de la pista en la vega, donde hay un conjunto de cabañas y un bosquecillo de acebos.

En esta zona salen dos pistas. Hay que tomar la que está mas lejos del refugio y más cerca de la pista de acceso. Una vez en ella el caminante se introduce en el bosque descendiendo durante un trecho para cruzar el río Monasterio se interna en el espesísimo hayedo de Redes, donde las hayas tapan el cielo a la búsqueda del sol.

El bosque está lleno de vida. En los troncos muertos las larvas de las termitas transforman la madera en soporte para los musgos y líquenes. En los claros en los que la luz llega al suelo surgen pequeñas plantas de acebos, hayas y otras especies.

El suelo lo tapiza una gran alfombra verde-rojiza que se extiende por debajo de las hayas. La humedad es uno de los reyes de este espacio, donde habita una multitud de hongos.

Se trata de un hayedo lleno de vida, donde el silencio sólo se rompe por sonidos extraños que proporcionan una sensación de tranquilidad y belleza. Corzos, ciervos, rebecos, jabalíes, gatos monteses, garduñas y lobos son parte de las especies que lo habitan. La pista asciende por el bosque. Las cumbres calizas delimitan el espacio. Las sobrevuelan águilas reales, alimoches, buitres y otras aves.

A lo largo de la ascensión se van bordeando los farallones rocosos de la Peña el Viento. Llega un momento en que la pista finaliza y a la izquierda sale un estrecho sendero que se introduce en el hayedo a cuya salida aparecen retamas, brezos y pastizales. Al final se llega a una vaguada donde se asienta la braña de Mericueria, donde existen algunas cabañas.

Desde allí se puede subir al lago Ubales y a la Braña de Acebal, desde donde sale una pista que lleva a San Isidro. El regreso se hace por el mismo camino. Eso sí, obteniendo una perspectiva totalmente diferente a la que hemos traído en la ida.

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