"Llevamos encima 50 billones de bacterias; vivimos en un mundo microbiano". Lo explicó ayer en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA Borja Sánchez, investigador del Instituto de Productos Lácteos (Ipla-CSIC), en su charla "Microbiota intestinal: medicina personalizada", enmarcada en el ciclo de Conferencias de Otoño del Consejo Superior de Investigaciones Científicas en Asturias.

Sánchez, que destacó la necesidad de seguir investigando y desarrollando conocimientos que lleguen a la sociedad y se apliquen en la medicina diaria, investiga sobre el mecanismo molecular de acción de bacterias probióticas y de los alimentos, principalmente a través de las proteínas que se derivan de ellas.

El conferenciante destacó que una flora intestinal adecuada no sólo genera vitaminas y aminoácidos esenciales para la supervivencia del cuerpo humano, sino que también estimula el sistema inmunitario. La mayoría de células inmunocompetentes conviven con las bacterias en la pared del intestino y es principalmente allí donde entran en contacto con los antígenos del exterior, y el sistema aprende a diferenciar lo propio de lo ajeno. La flora intestinal interactúa con los fármacos y los alimentos, por eso una de las opciones terapéuticas es restaurar la población de bacterias y alterar el sistema inmunitario del paciente mediante el consumo de probióticos.

Sánchez trabaja en la realización de un gran catálogo biológico que sea de aplicación en la práctica hospitalaria.

También lamentó que el término "probiótico" se ha ido contaminando industrialmente. "Ningún probiótico tiene reconocido ningún efecto beneficioso, salvo el yogur, el kéfir, el queso y en general los alimentos con fermentos lácteos", señaló. "Nuestra genética es muy importante en la microbiótica, no hay dos pacientes iguales", añadió. Borja Sánchez fue presentado por Ángeles Gómez Borrego, delegada del CSIC en Asturias.