No faltó ajetreo ayer en el cementerio del Salvador. Aunque hacía más de una semana que la proximidad de la festividad de Todos los Santos se advertía en el trasiego de coches y personas, ayer por la mañana el camposanto estuvo muy concurrido, los autobuses subían y bajaban llenos de gente y hacia el alto de San Esteban, al mediodía, los coches circulaban en caravana. Fue una jornada tranquila, en la que la lluvia se mantuvo alejada hasta la tarde y que propició los reencuentros familiares en torno a las sepulturas y al pie de los nichos.

A menudo eran varias generaciones las que se reunían para honrar a sus difuntos, como en el caso de Sofía Díaz, que desde hace años no falta este día en el cementerio, y con ella sus dos hijas, y ahora su nieta. Dice que no le "lleva el cuerpo" quedarse en casa en esta fecha y, aunque se reconoce cada vez más perezosa, procura no faltar a la última misa de la mañana en la capilla del Salvador. Cuenta que tiene la impresión de que la gente no ha dejado nunca de acudir. "Hay años de más y de menos, pero nunca falta", dice.

Fue a las horas de las misas, que empezaron a las nueve de la mañana y se fueron sucediendo cada hora, cuando más gente coincidió y mucha siguió la celebración eucarística a las puertas del pequeño templo.

Como las sepulturas ya habían sido limpiadas y decoradas con flores los días anteriores, ayer las mayor parte de las familias podían tomarse su tiempo charlando y poniéndose al día de las novedades del año con los conocidos. De todos modos, aún se vendían flores en las tiendas que hay frente a la entrada principal y en los puestos instalados junto a la carretera, a lo largo del muro lateral. Allí también se preparaban pequeños centros florales, ramos y se vendían velas. En las tiendas, a partir de 50 euros podían adquirirse adornos florales vistosos. Las preferencias de este año han variado poco. Los ovetenses en esto son tradicionales, según los floristas que trabajan en el entorno del cementerio, y para sus muertos piden rosas, claveles, margaritas y siemprevivas. También hubo quien aprovechó la visita al cementerio para pasarse por las oficinas y poner al día sus pagos.

Hasta la fosa común del cementerio también se acercó gente durante toda la mañana. Algunos echaron de menos algo de representación política, pero no faltaron familiares. Joaquín Álvarez, que siempre está, repasaba las historias de la Guerra Civil y la represión.