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ADOLFO FERNÁNDEZ | Actor y director de "En la orilla", que hoy se estrena en el Filarmónica

"Lo de Bertín Osborne y Arturo Fernández no es teatro, aunque hay público pobre para arte pobre"

"Los personajes de Chirbes son muy salvajes; él decía que su maestro era Benito Pérez Galdós y 'En la orilla' es una pasarela costumbrista"

El dramaturgo Adolfo Fernández. LNE

"En la orilla", del valenciano Rafael Chirbes, ganó en 2016 el Premio Nacional de Narrativa; su versión teatral se ha llevado este año el premio Max a la mejor adaptación. Adolfo Fernández es su autor, junto a Ángel Solo, además de dirigir la función y protagonizarla. La obra, una colaboración entre "K Producciones" y el Centro Dramático Nacional, pondrá hoy sobre las tablas del Filarmónica, a las 20.00 horas, una reflexión sobre las debilidades de la condición humana y su facilidad para corromperse.

- Con "En la orilla" ya pasaron por Avilés, ¿cómo la recibió el público?

-Avilés siempre nos recibe muy bien. Con el anterior proyecto, "La flaqueza del bolchevique", estuvimos en la sala pequeña del Niemeyer y pusimos el público en pie.

- ¿Y Oviedo?

-Mi relación con Oviedo viene de cuando estudiaba, conocí a Teatro Margen y a Etelvino Vázquez, que ahora está en Teatro del Norte. Representaban "De vita beata", un ejercicio de "fregolismo" interpretativo, y estuve una semana entera viendo sus ensayos en Bilbao, en el Aula Magna de la Universidad.

- Llevan tiempo con "En la orilla", han pasado muchas cosas... ¿Han hecho ajustes?

-La obra es de Rafael, con frases de literatura exquisita, con unas imágenes impresionantes, nunca estaríamos a la altura. No nos ha ido mal, hemos ganado el Max, pero sí hemos estado tentados de coger la actualidad y añadirla.

- ¿Ha cambiado la forma de encarar los personajes?

-Los personajes son muy salvajes, están muy bien descritos. Decía Chirbes que su maestro había sido Benito Pérez Galdos. "En la orilla" es costumbrismo, con personajes muy bien dibujados y contextualizados, por eso son tan teatrales: el público los ve y los identifica. Es una especie de pasarela costumbrista, que empieza el día después de la explosión de la burbuja inmobiliaria, cuando todo se va a la mierda, cuando se han vendido entre ellos y se han traicionado a sí mismos.

- La corrupción está resultando ser un tema altamente literario y cinematográfico.

-Ahí está "El reino", con Antonio de la Torre, y ayer mismo estuve viendo una obra en los Teatros de Canal, que se titula "7 años", dirigida por Veronese y va de lo mismo. Que se utilicen las tablas para señalar a los Albertos, a los Koplowitz, los políticos y todos los que han metido la mano en el bote y se lo han llevado todo me parece muy bien. Ojalá Aramburu hubiera escrito "Patria" antes, porque el arte puede sanar.

- ¿La Guerra Civil va quedando atrás y a la literatura le empiezan a interesar tiempos más cercanos?

-Está claro que la Guerra aún está ahí, lo estamos viendo estos días con Franco. A mí me da miedo la normalización, porque el mercado tiene una capacidad banalizadora y espero que todo ese trabajo para denunciar la corrupción no se convierta en un negocio de la distracción, que sea auténtica denuncia y que haya compromiso, que vayamos por delante de los políticos. Estoy muy orgulloso de pertenecer a esta tribu y luego están Bertín Osborne y Arturo Fernández: eso para mí no es teatro, es arcaísmo, los mismos chistes... aunque hay público pobre para arte pobre.

- ¿Han tenido políticos entre el público de "En la orilla"?

-Han estado Ximo Puig, Pedro Solbes, creo que Carmen Alborch, en Valencia, ya muy malita, y Fernando Delgado. Fernando Delgado conocía personalmente a Chirbes y estuvimos hablando de él.

- ¿Usted lo conoció?

-Pase unos días con Chirbes en Menorca, en una masía, en unas clases magistrales. Ya le había comprado los derechos de "En la orilla" y habíamos empezado con las versiones -llegamos a hacer ocho-. Él sabía quién era yo, pero no le llegue a enseñar las versiones, me daba pudor, y él tampoco me lo pidió.

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