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Entre el cuadrilátero y la devoción

El luchador de kick boxing de K-1 Alberto Tapia y su entrenador, Olegario Cuervo, compaginan el deporte con su faceta de costaleros

Olegario Cuervo con el cinturón de campeón de Eduardo Tapia, a la derecha.

La Hermandad de Los Estudiantes de Oviedo tiene entre sus casi medio centenar de costaleros al nuevo Campeón del Mundo de la modalidad de K-1 de kick boxing, Alberto Blanco Marina, conocido popularmente como "Tapia" porque es la localidad del Occidente de Asturias donde tiene sus orígenes familiares.

Se da la singular circunstancia de que el deportista comparte costal con su entrenador, también ovetense, Olegario Cuervo. Una jugada del destino que los unió en destinos tan distintos pero también tan próximos por el es fuerzo y el sufrimiento, aunque sus objetivos sean totalmente opuestos.

Alberto Tapia y Olegario Cuervo coinciden en el gimnasio, en el ring y sobre todo bajo el paso procesional de Semana Santa. En los dos primeros escenarios, afirman, liberan adrenalina y disfrutan del deporte pese a su dureza; y en el último padecen un gran sufrimiento físico, pero que los acerca a Dios y les da muchas satisfacciones espirituales. "Es también una forma de expresar nuestra fe y de hacer nuestra penitencia. El sufrimiento, que es muy grande en determinados momentos, merece la pena porque es místico".

Y todo ese sufrimiento cargado sobre la séptima vértebra cervical, que es con la que los costaleros procesionan de forma tan anónima como heroica debajo de sus pasos, dicen que los hace más grandes, más libres y más cercanos a Dios y a la Virgen María.

Alberto Tapia, como es conocido en el mundo pugilístico, empezó en cuadrilátero cuando tenía tan solo doce años. Ahora ya cumplió los treinta y dos. A los veinticinco decidió cambiar el boxeo por la también disciplina pugilista del kick boxing, y lo hizo en la categoría k-1. Ahora, con el paso del tiempo, considera acertada la decisión.

De su último triunfo, el que le llevó a ser Campeón del Mundo de esta disciplina en un combate del que fueron testigos unos mil quinientos espectadores en la velada que se celebró en el Palacio de los Deportes de Oviedo, conserva "el magnífico ambiente deportivo que se respiraba, aunque la verdad pensaba disfrutar mucho más".

Y es que el combate no fue ni mucho menos un camino de rosas. "Mi contrincante, el púgil italiano Najib Ibali, me hizo un par de golpes claramente ilegales que casi me cuestan tirar la toalla; pero como estaba en una de las esquinas del cuadrilátero recurrí a una de ella para solventar el problema y seguir luchando como quería y me gusta".

Su opción dio resultado y al final del combate se salió con la suya. "En estos casos hay que tener la mente clara y estar tranquilo", sentenció el deportista al tiempo que anunciaba que aspira a seguir creciendo dentro del ring.

Y es que Tapia lo tiene muy claro. "Siempre hay otras metas que superar y yo estoy muy mentalizado para seguir creciendo como deportista de corazón que me considero".

Un éxito que a juicio del que es su entrenador desde hace diez años, Olegario Cuervo, sirvió también para sembrar sus frutos. "Triunfos como este sirven también para animar a otros deportistas a introducirse en esta disciplina del boxeo, y al público los anima también a asistir a este tipo de combates". Sueña con ver las gradas del Palacio de los Deportes llenas de aficionados.

Luchador y entrenador reflexionaron después sobre el paralelismo que hay entre el cuadrilátero y el estar debajo de un paso procesional de Semana Santa. "Ambos implican un gran sufrimiento físico. El primero como deportista lo llevas de otra manera, lo vives en tú propio cuerpo sólo con dolor físico; pero sufrir como costalero es algo muy espiritual y sabes que estás sufriendo por algo trascendental que te está acercando a Dios. Creemos en Dios y nos gusta expresarlo de esta manera".

Aunque ser costalero sea muy duro, tanto Alberto Tapia como Olegario Cuervo sostiene que es una experiencia vital y religiosa que merece ser probada. "El compañerismo es inimaginable y el sufrimiento merece la pena por su espiritualidad. Por eso animamos a todos los que quieran vivir esta experiencia que vengan a conocernos. Los recibiremos con los brazos abiertos y los ayudaremos a dar los primeros pasos como costaleros".

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