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El riesgo de una tercera Escandalera

Las diferencias de criterio sobre el futuro del parking subterráneo del entorno del Campo hacen revivir la intensa polémica que desató en Oviedo su inauguración hace 45 años

El riesgo de una tercera Escandalera

El futuro del parking subterráneo de La Escandalera amenaza con generar un intensísimo debate político y social en cuanto se conozca la solución que prevé para él la propuesta ganadora del concurso de ideas para el entorno del Campo, convocado por el Ayuntamiento, y a medida que se acerque el mes de septiembre de 2023, cuando expira la concesión en favor de la Corporación Masaveu. La división que se aprecia ya entre quienes defienden que perviva la función de aparcamiento de vehículos y aquellos que prefieren usos alternativos reedita la intensa polémica que ya se vivió en la ciudad hace casi medio siglo, cuando se iniciaron las obras de excavación del estacionamiento en medio de una gran contestación social. Cómo sería la protesta que hasta se habló de "la segunda Escandalera". La primera, que acabó dando nombre a la plaza, había tenido lugar el 27 de marzo de 1881 y concitó en este céntrico espacio de la capital a miles de airados asturianos para exigir un trazado ferroviario por la rampa de Pajares a la altura de las necesidades de la región.

La decisión de construir bajo la entonces conocida como plaza del Generalísimo el primer aparcamiento público y subterráneo de la ciudad se tomó por la Corporación ovetense en 1967. Las obras no arrancaron hasta 1972, ya que, pese a contar con los parabienes municipales, los promotores dudaban de la rentabilidad de un negocio que en aquel tiempo, por lo novedoso, generaba no pocas incertidumbres. Finalmente, y en medio de una fuerte polémica por la conveniencia o no de un parking de alta capacidad en pleno centro, dieron comienzo los trabajos de excavación, realizados con dinamita. Las continuas explosiones no hicieron más que encender los ánimos de los vecinos del entorno, tan opuestos a la actuación como los numerosos arquitectos que alertaban en la prensa de que instalar un estacionamiento de dos plantas y 400 plazas en el punto elegido iba a acarrear serios problemas de congestión circulatoria. Hasta quien era alcalde en el momento en que se inició la actuación, Manuel Álvarez-Buylla, dejaba clara en LA NUEVA ESPAÑA su posición contraria al proyecto: "Lejos de ser una solución, tan solo será un parche. En el centro de la ciudad puede crear muchas dificultades. Me hubiera gustado hacerlo a las afueras, pero hay que respetar lo ya acordado", apuntó el regidor, en línea con los urbanistas que abogaban por sacar el gran parking de Oviedo a las "afueras". Así pudo haber sido, ya que un empresario llegó a proponer la construcción en la calle Víctor Chávarri de un parking aún mayor que el previsto para La Escandalera, con medio millar de plazas. El promotor no logró los permisos y la iniciativa quedó en nada.

Tras una inversión que alcanzó los 60 millones de pesetas (360.000 euros), el aparcamiento subterráneo abría sus puertas el 15 de septiembre de 1973, a partir de un acuerdo por el que la empresa sufragó las obras a cambio de una concesión por 50 años y el abono de un canon anual fijado inicialmente en mil pesetas. Las tarifas inaugurales eran de diez pesetas para la primera hora y cinco pesetas por cada media hora adicional. El bono para 24 horas salía a 125 pesetas. La crónica de LA NUEVA ESPAÑA previa a la entrada en servicio del equipamiento no solo expresaba serias dudas sobre la idoneidad de su ubicación, sino que también dejaba claro que "hay que censurar lo mal que se han llevado las obras por la tardanza y por flagrantes errores cometidos".

La apertura del parking conllevó una reordenación del tráfico y de los aparcamientos gratuitos en superficie en el entorno, algo que también generó una importante repulsa vecinal. La medida más llamativa fue la supresión de los estacionamientos de la plaza de la Catedral, así como en un sentido de la calle Marqués de Santa Cruz y en la calle San Francisco, excepción hecha del tramo situado frente al edificio histórico de la Universidad.

Casi medio siglo después, y a causa en muy buena medida de las peatonalizaciones, el tráfico en el epicentro histórico y comercial de Oviedo tiene muy poco que ver con el del momento en que se abrió el parking. Sin embargo, el aparcamiento ha vuelto al primer plano de la actualidad una vez que varias de las propuestas presentadas al concurso de ideas para definir el futuro del Campo y su entorno abogan por cerrarlo una vez que, dentro de cinco años, expire la concesión. A cambio, estos planes se inclinan por implantar en ese espacio usos culturales y recreativos que otros arquitectos consideran inviables, a la vista de que el presupuesto para rehabilitar el paseo de los Álamos y La Escandalera es de dos millones y no da para mucho. Entre las formaciones políticas tampoco hay unanimidad y en las tertulias vecinales se repite la diversidad de opiniones. La decisión no es urgente, queda un lustro para 2023, pero en el horizonte se adivina ya lo que bien podría ser la "tercera Escandalera"

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