"Lo mejor para alcanzar la felicidad es no pensar demasiado en ella". Lo aconsejó ayer en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA Marino Pérez Álvarez, catedrático de Psicología de la Universidad de Oviedo y autor, junto con José Carlos Sánchez, profesor de Psicología de la Universidad de Oviedo, y Edgar Cabanas, profesor de Psicología de la Universidad Camilo José Cela, de "La vida real en tiempos de la felicidad", un libro que desmitifica la felicidad y la actitud positiva, erigidas hoy en auténticas ideologías.

La presentación corrió a cargo de José Errasti, profesor de Psicología e integrante del colectivo "Antonio Rico", que presentó la cuestión de forma muy gráfica: "Se nos dice que la felicidad es el objetivo de la vida; este libro pone al revés ese mapa trazado desde la psicología positiva", indicó. Esa psicología positiva, unida a las redes sociales, tiende a presentar a la gente muy feliz y a fomentar comparaciones. Además, ofrece técnicas para ser felices, difíciles de rechazar, bajo el supuesto de que quien no es feliz es porque no quiere, tal como explicaron los autores.

El libro deja claro que no existe tal ciencia de la felicidad y que ese discurso no conduce a una vida con más sentido, ni individual ni colectivo. Los psicólogos presentes en la mesa aclararon que más que en la ciencia, el sentido de la psicología positiva se enmarca en una tradición ideológica individualista y neoliberal, muy implantada en la cultura empresarial de Estados Unidos, donde la idea de felicidad va ligada al éxito social y económico.

"Esa idea de felicidad tiene un componente insaciable; es un concepto individualista que pone en el centro de todo a la persona, aislada del resto", señaló Edgar Cabanas. "También se privatiza el sufrimiento y se da a entender que tanto quien no es feliz como el que sufre es porque quieren", añadió el profesor. "Esta idea de felicidad se dirige a los deseos de la gente, que son ilimitados y no a la necesidad, a la que es más fácil de dar respuesta", argumentó el profesor Sánchez. "No hay felicidad sin sufrimiento, hay que darle un sentido al sufrimiento", agregó. Marino Pérez habló del concepto aristotélico de felicidad, vinculado a la virtud. "En realidad, nadie sabe lo que es la felicidad, para cada persona es una cosa; el término funciona como un comodín. Y eso nos lleva a que no puede haber una ciencia de la que puedan derivarse recetas que te hagan feliz", abundó el catedrático de la Universidad de Oviedo. José Carlos Sánchez llamó la atención sobre un curso impartido en la Universidad de Yale sobre la felicidad, que batió récords de matrícula, en el que se daban a los alumnos pautas tales como "saborear el presente, fijarse en algo de lo bueno de la vida, escribir en un diario o hacer actos aleatorios de bondad, que aumentan el estado de bienestar". "Todo es instrumental para el yo", concluyó.