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El cigarrillo que nunca apareció

Un vaso de leche caliente sustituyó a la nicotina una noche en la que fumar no fue posible tras varios intentos

El cigarrillo que nunca apareció

La Real Academia Española no define el vulgar término que se usa con frecuencia. Si uno tiene ansiedad de algo, sobre todo prohibido, nosotros definimos eso como "mono". Es decir, que te entre "el mono", es tener la necesidad de algo que en ese justo momento nos inquieta y nos es necesario en nuestra vida.

Y eso fue lo que me pasó a mi una noche después de ir de compras a un híper. Una vez colocados los productos en la despensa, me entraron unas ganas irrefrenables de fumar. Y, como suele ser normal en estos casos, no tenía ni un puñetero cigarrillo a mano. La familia ya estaba acostada y acordándome de que mi hija solía coleccionar cajetillas de tabaco de diversas marcas, fui a su habitación y la desperté para suplicarle un cigarro de aquellos que guardaba. Me dijo que no estaba dispuesta a abrir una cajetilla de aquellas por un capricho mío, que me aguantase sin fumar.

El "mono" que sentía aumentaba por minutos, así que decidí salir de casa y entrar en el bar que sí tenía una máquina expendedora de tabaco. No dije nada y lo más despacio posible salí de casa en dirección al bar, pero, ¡oh!, el bar ya había cerrado. En el trayecto de casa hasta el bar y en el retorno, no tuve la dicha de tropezarme con un vecino que me auxiliase de aquella ansiedad de nicotina.

Y así volví a casa con aquel desánimo. Recuerdo que tomé un vaso de leche caliente y con aquella desazón me fui para la cama a intentar dormir, algo que conseguí con dificultad.

Ya por la mañana, al despertar, le conté a mi mujer aquel desesperante episodio. Se echó a reír y me dijo: "pero no te acuerdas de que en el armario de la habitación tienes todo un cartón de tabaco con diez cajetillas".

No, yo no me reía, más bien me tiraba de los pelos. De lo que no logró acordarme ahora era del año que discurría cuando sucedió aquello, porque la fecha que no olvido fue la del día que dejé de fumar, el 5 de noviembre de 1990.

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