"Ese no, que es compañero". Durante muchos años, los agentes de la policía local de Oviedo se sirvieron de un código secreto para que ellos y sus familias pudieran aparcar en cualquier parte de la ciudad sin miedo a ser multados ni a que la grúa retirara el vehículo. La práctica, muy extendida hasta que a finales de julio hubo una orden para combatirla de forma efectiva, era muy sencilla. Para acceder al cuartel de Rubín, los agentes de la Policía Local y los Bomberos disponían de unas tarjetas especiales. Estas mismas identificaciones, puestas boca abajo en el salpicadero y a la vista del agente de turno que se acercara a comprobar qué hacía un coche mal aparcado, servían como un código interno para avisar de que el vehículo pertenecía a un compañero o a un familiar de un compañero.

La práctica no pasó desapercibida para los nuevos responsables en el Ayuntamiento. Fuentes municipales indican que se detectaron vehículos que de forma sistemática empleaban este método en calles como Leopoldo Alas. A partir de ese momento, y en colaboración con el entonces jefe de la Policía, se decidió que la nueva concesionaria de la red semafórica, la empresa Aluvisa, instalara algunos de sus sistemas de lectura de matrículas en el propio cuartel de Rubín.

La solución parecía sencilla. A partir de ese momento se pediría a todos los que dispusieran de tarjetas que las devolvieran y en su lugar sus matrículas pasarían a formar parte de un listado específico que se podría controlar con las nuevas cámaras instaladas por Aluvisa.

Esas fueron las decisiones que se adoptaron a lo largo del verano, pero los resultados no se lograron de forma inmediata. En algunos casos como el citado anteriormente hizo falta cambiar la señalización, de carga y descarga a exclusivo para motos, para disuadir a los propietarios de determinados vehículos del sistema del código secreto.

Desde el verano, en El Rubín se han ido devolviendo la mayoría de las "tarjetas compañero". En el cuerpo de Bomberos, por ejemplo, consta que ya no hay ningún trabajador con este tipo de identificación. Pero no sucede lo mismo entre los casi 270 policías (mandos incluidos). Si bien la mayoría ha ido devolviendo las "tarjetas compañero" y todos saben que hay orden de multar y requisar el pase a los coches mal aparcados que exhiban la citada identificación, todavía hay resistencias.

Una de las últimas se produjo durante las pasadas fiestas de San Mateo. La noche de los Fuegos Artificiales agentes de la policía detectaron un vehículo mal aparcado en una calle del centro de la ciudad con una "tarjeta compañero" en el salpicadero. Al llegar el conductor, los agentes descubrieron que el coche no era de ningún policía, sino del hijo de un mando. La situación se complicó un poco más cuando el padre se presentó en el lugar del incidente, recogió la tarjeta y se negó a entregarla, según el relato de varios testigos, bajo la promesa de devolverla él mismo en el cuartel.

Consta que se tramitó denuncia sobre este incidente, aunque nadie sabe si existe un registro en el que se pueda comprobar si el mando en cuestión devolvió finalmente o no su "tarjeta compañero".