La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Escudos republicanos casi de incógnito

El edificio que alberga la Comisaría de la Policía Nacional en Oviedo conserva intactos y labrados en las puertas de entrada los símbolos instaurados en 1931

Una corona mural con cuatro torres a la vista, los cuarteles de Castilla, León, Aragón y Navarra, y en la parte inferior, entre estos últimos, una granada en honor del antiguo reino al que daba nombre. Todo ello flanqueado por dos columnas de Hércules y un listón entrelazándolas con la leyenda Plus Ultra. Así era el escudo de la Segunda República Española, establecido por el Gobierno Provisional junto a la nueva bandera en un decreto del 27 de abril de 1931.

Es bastante complicado encontrar actualmente un escudo de este tipo, ya que, como es de suponer, los vencedores de la guerra los fueron arrancando sistemáticamente de las fachadas de los edificios oficiales, así como de cualquier otro lugar de la vida cotidiana. Madrid fue la ciudad en la que más símbolos republicanos pudieron sobrevivir al paso del tiempo, destacando el escudo de la fachada del Banco de España.

Por tal motivo, es sorprendente encontrar emblemas de aquel periodo en una ciudad como Oviedo, tan cargada en su callejero de referencias franquistas. Pero más sorprendente aún es hallarlos en la puerta de la Jefatura Provincial de Policía de Asturias, edificio que ya figuraba como sede policial durante la Dictadura y que había albergado el Gobierno Civil anteriormente.

Para tal función, como sede gubernativa, se había resuelto en un principio la construcción de este inmueble, a fin de solventar el penoso peregrinar que la institución había sufrido por diversos lugares de la ciudad. De esta manera, la nueva sede iba a ser inaugurada el domingo 19 de mayo de 1935, siendo Gobernador Civil de la región Ángel Velarde García, que había accedido a su cargo tras los hechos acaecidos durante la Revolución de Octubre del año anterior.

El flamante edificio, dotado de las más modernas instalaciones, quedaría emplazado sobre el antiguo campo del Hospicio Provincial, disponiendo de tres fachadas: una a la calle Toreno, otra a Gil de Jaz, y la fachada central, orientada en ese momento a una nueva calle aún sin urbanizar. Constaba de sótano, planta baja, principal y primera, y en él se habrían de alojar todos los servicios dependientes del Gobierno Civil, así como la vivienda del gobernador y la comisaría de policía. La empresa encargada de acometer el proyecto fue "Huarte y compañía", contratada habitualmente por el gobierno de la República para la construcción de edificios oficiales y que superaría fácilmente el cambio de régimen, llevando a cabo numerosos trabajos durante la dictadura, hasta el hecho de que su obra principal fue el Valle de los Caídos.

Los planos del nuevo inmueble habían llevado la firma del ilustre arquitecto Javier Fernández Golfín, colaborador ocasional de la constructora, y al que el destino le depararía un trágico final durante la guerra. De filiación falangista y acusado de formar parte de la Quinta Columna, sería detenido en Madrid en mayo de 1937 y fusilado posteriormente en Barcelona tras ser involucrado en una conspiración que llevaría también a la muerte al líder del POUM, Andreu Nin. Así, en esos tiempos convulsos y con lujoso mobiliario, quedó inaugurada oficialmente la nueva sede gubernativa, contando, como norma habitual de la época, con diversa simbología republicana tanto en sus fachadas como en el interior. El escudo de piedra que adornaba la parte central, cuya ausencia aún se puede adivinar por encima del balcón de la misma, sería arrancado de allí tras la victoria franquista, sobreviviendo durante ochenta y un años los dos escudos que forman parte de la puerta principal del edificio.

Los escudos están labrados en una puerta que forma parte de la historia de la ciudad. Por ella salió el coronel Aranda el 19 de julio de 1936 para confirmar su sublevación y dar comienzo así al sitio de Oviedo. Esa misma puerta, fabricada en los talleres de la prestigiosa "Casa del Río", vería también salir al último gobernador civil de la República, Isidro Liarte Lausín, camino de la cárcel Modelo y de una fosa común en el cementerio. Esa puerta que hoy contempla los quehaceres diarios de policías y demás ciudadanos, asoma, cosas de la vida, a la calle del General Yagüe, uno de los principales artífices de la caída del régimen republicano.

Compartir el artículo

stats