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Así es mi cole

Ángel Miguel, el profesor que triunfa encima de los escenarios

Enseña Filosofía e Historia en el Loyola y los fines de semana gira por España con su banda, "Real Straits"

Ángel Miguel García, Miguel es apellido, llegó un día a clase de matemáticas sin los deberes hechos. Tenía nueve años y le castigaron. Era 1985 y aquel día cambió la vida de aquel niño para convertirlo en lo que es ahora, uno de los mejores guitarristas que ha dado Asturias en las últimas décadas y un entusiasta profesor de Filosofía e Historia en el Loyola, el colegio al que aquel día llegó sin la tarea. Ya en casa, y apesadumbrado, el niño encendió la tele y se encontró con la emisión de un concierto de música, "Dire Straits" tocaba "Expresso Love" y Angelín se olvidó del disgusto por el castigo y pensó "yo de mayor quiero hacer esto, no sé lo que es pero quiero hacerlo". Años después Terry Williams, el batería de aquella sesión en el estadio de Wembley que el guaje había visto en la tele escuchó una grabación de "Real Straits", la banda de Ángel Miguel, interpretar esa canción, con los primeros acordes creyó que era una grabación del grupo de Mark Knopfler, no era así era aquel niño y su grupo.

Han pasado 33 años desde aquel disgusto que sanó con música y aquel niño gira ahora por España con su grupo de tributo a "Dire Straits" y es profesor del mismo colegio en el que le echaron la bronca por no haber hecho los deberes de mates.

Y esa es la clave de la vida de este ovetenses. Sus dos "piedras angulares", como el las define, son la música y la docencia, y prefiere separarlas pero no lo logra porque la pasión que destila en cada una de ellas es un potente nexo de unión. Es el "amor poliédrico" del que habla constantemente el guitarrista y cantante que al entrar en el aula les dice a los alumnos de bachillerato los que imparte docencia lo mismo que piensa al acabar un concierto, "la verdad no solo os hará libres, sino que os hará felices...". Y eso es lo que él mismo busca en la vida, "alcanzar la eudaimonía", dice, y lo explica igual que lo hace en clase de filosofía, "debemos perseguir la felicidad, mantener ese deseo de arreglar el mundo". Es consciente de que dentro de unos años a sus alumnos no les importará demasiado quienes son Kant o Descartes "pero van a tener que saber comunicarse, comprender, dialogar y serán los responsables de que el mundo avance". Para él "ser médico o abogado no es ser algo, es hacer algo, es ejercer el derecho o la medicina, pero lo que hay que ser es una persona feliz". Entiende a sus alumnos "no como números, ni siquiera nombres y apellidos, son proyectos de vida" y por eso intenta inculcar en ellos "el interés por las humanidades, algo muy importante en el mundo en el que vivimos". Es de los profesores que quieren enseñar a pensar.

Sus clases se basan en eso, en intentar buscar esa felicidad "porque la educación es el único camino que hay". Para ello utiliza todos los medios a su alcance, ya sean medios audiovisuales o diálogos socráticos que obliguen a los alumnos a pararse a pensar. Lo hace tanto cuando enseña Filosofía como cuando se trata de la asignatura de Historia. El profesor conoce la importancia de la revolución industrial y del cambio que supuso en la utilización de las fuentes de energía, "pero más importante que todo eso son las consecuencias sociales que tuvieron esos cambios", pone como ejemplo el profesor que tiene como empeño lograr que sus alumnos "entiendan el mundo actual, el que surgió después del 11-S". Y aquí hace un aparte en su narración para contar sus inicios como profesor. Cuando acabó la carrera de Historia en la facultad de Humanidades del Milán envió currículos a toda España. "Me contestaron de tres colegios, el San Fernando de Avilés, el Sagrada Familia de Valladolid y el Loyola, no tuve ninguna duda". La oferta de trabajo le llegó el 7 de septiembre de 2001, cuatro días después el mundo cambiaría para siempre con el atentado de las Torres Gemelas. Ángel Miguel se sintió mal aquellos días, "iba a ser profesor en el colegio en el que había estudiado desde los 5 años hasta que salí para ir a la facultad pero el 11-S había sido terrible y me sentía mal por no estar todo lo triste que debería".

Volviendo a las aulas. Ángel Miguel es profesor de Bachillerato y es consciente de que esos chavales están en un momento complicado de su desarrollo y que tienen problemas de falta de constancia, además de impartir docencia quiere impartir ejemplo. El pasado fin de semana "Real Straits" tuvo tres conciertos en Galicia. El domingo tocaron en Santiago de Compostela y al acabar el bolo cogió el coche y se vino a Oviedo, al día siguiente había clase. "Intento hablar poco y dar ejemplo", asegura. Él apuesta por buscar la excelencia en todo lo que hace, por intentar alcanzar el mayor grado de perfección, y ahí es cuando explica a sus alumnos que "no vale el cumplimiento, el cumplo y miento, no vale cumplir y sacar un cinco, hay que ir siempre a por el 10, a por el máximo que puedas". Sabe que no todos los alumnos tienen la misma capacidad de alcanzar esa experiencia pero también que poco a poco se van logrando objetivos.

Ángel Miguel es un hombre de equipo en esas dos piedras angulares de su vida, la docencia y la música. "En la educación tenemos que ser un equipo, antes íbamos como francotiradores cada uno por su lado pero ahora las cosas han cambiado mucho", dice. Ahora la educación busca el aprendizaje por descubrimiento o el aprendizaje cooperativo, "algo que en realidad se ha hecho toda la vida pero que ahora hacemos de manera más reglada". Eso sí, "hay cosas que necesitan las clases magistrales, para explicar el realismo epistemológico tienes que impartir una lección y que los chavales estudien".

Ángel Miguel es capaz de arrancar a la guitarra notas que parece que no existen pero a sus alumnos les pide que valoren el silencio, "que se paren a pensar , que durante un rato apaguen la televisión y se olviden del móvil". Él lo hace porque cree que "el ejercicio de introspección es muy necesario y cada vez se hace menos".

Mientras pide silencio él hace todo el ruido que puede, en el mejor sentido. Ángel Miguel ofrece al año alrededor de 80 conciertos. Lo hace con "Real Straits" pero también compartiendo escenario con Igor Paskual, Cristina Gestido o Paula Rojo.

Todo empezó con su padre, que le enseño sus primeros acordes, y su admirado gran maestro, Rafa Kas, "que en la barra de la Calleja de la Ciega me dijo que ya iba cinco años tarde para montar la banda tributo a Real Straits". Fue el empujón definitivo. Por el camino estuvieron otros como Toli Morilla o la suerte de girar con Willy Nile o Elliot Murphy. Así que en 2010 nació ese homenaje a Mark Knopfler y los suyos y hace dos años apareció Enrique Patricio, mánager de la banda. Ahí cita el músico al Talmud judío, "el mundo merecería haber sido creado sólo por tener un hombre justo, y ese es Enrique Patricio, el mundo merece haber sido creado sólo por Enrique Patricio". Buen acorde final.

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