La calle Postigo bajo o la Regla podrán estar el año que viene prohibidas para los pisos turísticos, mientras que Cimadevilla o la plaza de Trascorrales, no. Todas forman parte del Antiguo, pero las primeras son mayoritariamente residenciales o tienen pocos comercios, mientras que las segundas están llenas de bares, pensiones u oficinas. El gobierno local estudia delimitar las zonas del casco histórico en las que estará permitido abrir viviendas vacacionales atendiendo a la concentración o no de negocios y locales de hostelería. A más actividad comercial, más pisos turísticos. Algo así como acotar las zonas de pisos vacacionales. Según el concejal de Urbanismo, Ignacio Fernández del Páramo, el Ayuntamiento contratará el año que viene a una empresa que examinará una a una" las viviendas del casco histórico" para regular la actividad hotelera. Es decir, que una compañía privada será la encargada de hacer el trabajo más farragoso del estudio de detalle del Antiguo, llamado técnicamente Plan Especial de Protección del casco histórico.
Sobre la mesa de trabajo de Urbanismo también está la posibilidad de limitar los pisos turísticos en los inmuebles del Antiguo estableciendo un porcentaje entre el número de vecinos y las plantas del edificio. De esa manera, habría inmuebles con el tope de una vivienda de uso vacacional, dos, tres o más. Otra opción sería revisar el Plan General de Ordenación (PGO) por el que el Consistorio se rige actualmente y que sólo permite conceder licencia de apertura a las viviendas turísticas ubicadas en una planta, baja, entresuelo o primer piso. Nunca por encima de la primera planta. La modificación de algunos artículos del PGO dejaría vía libre a la instalación de viviendas vacacionales en un octavo, por ejemplo.
Para Fernández del Páramo, el objetivo fundamental es evitar que se produzca la "disneyficación" del casco antiguo de Oviedo. Un término que hace referencia a los parques temáticos de Disney, lugares únicamente transitados por turistas y los propios trabajadores del lugar: "Llegaría un momento en que habría pisos turísticos en todo el barrio, los precios de compra y alquiler de las viviendas se dispararían y los vecinos terminarían marchándose convirtiendo el Antiguo en un reino de turistas y en el centro de trabajo de los profesionales del lugar".
