Tras un paréntesis de seis meses y un litigio de por medio por sus supuestas carencias de seguridad ayer regresó el "Mercaú de la Gascuña" al Bulevar de la Sidra. Volvieron los vendedores de siempre, veinticinco en total, con alguna baja por lo imprevisto de la reapertura, que los hosteleros decidieron al entender que el plazo para que la Asociación de Vecinos de Gascona siga con el procedimiento judicial ha finalizado, aunque ellos lo desmienten y aún sopesan apelar. Ayer, en la calle de las sidrerías, los vendedores de productos tradicionales y ecológicos y los de artesanía defendían su derecho a ganarse la vida y pedían al Ayuntamiento que clarifique la situación del mercado y garantice su estabilidad. Contaban que en los tres años que lleva organizándose ya se habían hecho con una clientela fija, que ahora se resiente por la suspensión de los últimos meses y la incertidumbre sobre su futuro. "No se puede jugar con el pan de la gente", se quejaba a pie de calle, Manuel Mediavilla, en su puesto de venta de bacalao.

Corren tiempos difíciles para los autónomos y pequeños comerciantes, explicó Mediavilla, "y la clientela necesita continuidad". "Hemos estado seis meses sin mercado y la gente anda despistada", dijo el vendedor, que viaja desde Soto del Barco para instalar su puesto en Gascona. "Nosotros somos los más interesados en no molestar a los vecinos: dejamos paso libre a la gente y a los vehículos, y tenemos cuidado con la carga y la descarga", explica. Se lamenta de las dificultades que tienen que afrontar los autónomos y el pequeño comercio, y de lo poco apoyados que se sienten.

Andrea González, de Castropol, vende miel en el arranque de la calle y dice no entender "qué perjuicio puede causar esto, los únicos perjudicados somos nosotros". Ayer mostraba cómo ningún tenderete sobresale de las terrazas y aseguraba que al irse no quedaba rastro de su paso por la calle. "Es una vez al mes, unas horas", recalcó. En el domingo de su reanudación el "Mercaú de la Gascuña" abrió de 11.00 a 15.00 horas. Andrea González está contenta por la reapertura pero teme lo que pueda pasar en enero, a falta de que el Ayuntamiento se pronuncie. "El Ayuntamiento tiene que articular una solución", afirma, y advierte que "estas interrupciones son malas para la venta".

Entre sus clientes habituales dice contar con vecinos de la calle, igual que Carmen García, que tiene un puesto en el que vende los productos del obrador San Cosme, de Gijón. "Tengo vecinos que me compran y están encantados, este mercado funcionaba muy bien y yo ya me había hecho con el público de Oviedo", contó. Ayer empezó con la venta muy floja, pero contaba con que se fuese animando en el transcurso de la mañana. Pedía comprensión para los comerciantes y se apenaba porque una persona había pasado tras ella farfullando: "Ojalá no vendáis nada".

"A nosotros nos sorprendió que se suspendiera el mercado y nos sorprendió ahora que volviera", confesó Manuel Colleda, que trae a Gascona sus quesos de Vidiago. Explica que venía a vender al Bulevar de la Sidra desde que empezó el mercado mensual y que ya tenía una clientela. Ayer echaba en falta a alguno de sus habituales y lo justificaba por lo inesperado de la reapertura. "Nos gustaría que continuara", reconoció, y entiende que los vecinos deberían "estar encantados de tener esto cerca".

Es cierto que algunos lo están. Ánxel Álvarez dice que lleva 36 años residiendo en la calle y asegura que no entiende por qué sus convecinos se quejan. "El mercado es estupendo y nos da la oportunidad de tener de todo cerca", opina. Además, dice, es solo una vez al mes, unas horas, y cree que hay que ser tolerante. "También causa molestias la celebración de un partido de fútbol", compara.

Otro vecino de la zona, Eloy Piñera, sostiene que "el mercado le da un aspecto envidiable a la calle: apetece venir y encontrarse con la gente; no deja residuos ni suciedad; es de once a tres, ¿qué molestias puede haber?; la calle se ha revalorizado".

María del Mar Gómez, de Almería, e Ismaro Martirano, de Italia, opinan del asunto con más distancia. "Es una vez al mes, en unas horas que no molesta y le da vida al centro de Oviedo; hay que cuidar de la artesanía", comenta ella. Él asiente e insiste en que por el horario no puede causar mucho trastorno al vecindario.