A Jaime Martínez le ovacionaron ayer al término de su intervención en el salón de té del Campoamor para anunciar oficialmente que dejaba la presidencia de la Fundación Ópera. No fue una despedida ni un adiós. Dejó claro que dimite del cargo "para dar paso a un tiempo nuevo" disipando cualquier rumor sobre tensiones internas o enfermedad. El neumólogo agradeció especialmente el apoyo del Ayuntamiento durante los quince años que ha estado al frente de la institución lírica, además de la ayuda del Principado, el Estado, los mecenas y las orquestas, la OSPA y Oviedo Filarmonía. Martínez aclaró que seguirá asistiendo a la ópera en compañía de su mujer "Susi" y que, tras años de ocupar un palco, "por fin nos sentaremos en las butacas 2 y 4 de la fila 12".

Al acto asistió, entre otros, el concejal de Cultura, Roberto Sánchez Ramos, o los miembros de la actual junta directiva de la Ópera. El ya expresidente de la institución lírica dibujó una sonrisa en los presentes al valorar su etapa en la presidencia como una de las mejores de su vida y explicar que accedió al cargo en 2003 al recibir la llamada de José María Botas. Le pidió que acudiese al ensayo de la ópera "Idomeneo" de Mozart. Al llegar le explicó la situación: la Fundación Ópera de Oviedo necesitaba un presidente y toda la junta directiva le iba a apoyar a él por unanimidad. Jaime Martínez aceptó por un año, y al final, pasaron tres lustros desde aquella tarde.